viernes, 24 de febrero de 2017

PELÍCULAS NOMINADAS OSCAR 2016: ALGUNOS APLAUSOS, NINGUNA OVACIÓN










   Casi todos los años (a pesar de profundas discrepancias -repaso lo escrito el año pasado y veo que, con ligeros matices, podría escribir casi la misma introducción quejándome del aburrimiento, el sobresfuerzo de algún cineasta por ser considerado autor, las decepciones sufridas y demás-), uno rescata de entre el listado de títulos que concurren al premio gordo de la noche uno o dos que llevarse a la colección, al recuerdo emocionado, incluso puede que aparezca esa película que se transforme en favorita, en una que se mantenga para siempre uno o varios escalones por encima del resto que vayan llegando a la experiencia como espectador. Sin embargo, en la presente edición, no ha pasado así (con una honrosa excepción), la mayoría de las seleccionadas por la Academia dejan un regusto más bien amargo, al menos agridulce, porque (con una clamorosa excepción) sólo agradan en parte, en ciertos momentos, no resultan acabadas, terminan por naufragar en algún o en varios sentidos, dejan a quien esto escribe en la peor tierra de nadie que puede habitar alguien sentado frente a la pantalla: la de la indiferencia, la del aplauso tibio (si es que llega), la del conformismo contrariado, la del “sí, pero no”. 

-COMANCHERÍA:

  Lo que parece inevitable es echarse un bluff a la cara, una cinta imbuida de un prestigio para el que uno no encuentra base ni razones, puesto que se sustenta en el hecho de que su guionista, Taylor Sheridan, fue el autor de Sicario (2015), otra que tal aunque al menos conseguía mantener el interés por mucho que su director (Dennis Villeneuve, en seguida hablaremos de él) quisiese rodar a cada momento el mejor plano de la historia. Dejada en el esqueleto (tampoco es que tenga mucha carne), Comanchería es convencional, repetitiva, histriónica y falsamente transgresora, con una pareja protagonista (Chris Pine y Ben Foster, especialmente el segundo) que confunde interpretación con caracterización.

-FENCES:

   August Wilson hubiese debido recortar su obra original o consentir que otro lo hiciese para que Fences hubiese remontado sus zonas pantanosas, esas en las que ya tenemos la información suficiente sobre los personajes y sus condicionantes, sobre sus sentimientos, esas en que ya hemos entendido el simbolismo (y la realidad) que expresa el título (en castellano, “vallas”), y diríase que se habla por hablar, dando vueltas a lo mismo, siendo redundante o anecdótico. Es un acierto mantener la casa (si se puede llamar hogar es algo que debe decidir cada espectador, es el eje de la acción) como escenario prácticamente único, al fin y al cabo otro personaje que aporta una atmósfera opresiva, es una prisión aceptada o de la que huir. A pesar de todo, con esos actores en pantalla un metraje demasiado extenso se soporta sin consultar el reloj (pero recolocándonos en la butaca en alguna ocasión).

-FIGURAS OCULTAS:

  Combativa, de denuncia, película que viene a hacer justicia con esas a las que su título señala pero que sabe primar el entretenimiento, la diversión, la emoción, por encima del discurso que la alienta, actuando con honestidad, confiando en el carisma y talento de sus protagonistas, en su capacidad para resultar irresistiblemente empáticas, manejando con soltura un esquema clásico al que dotar de dinamismo e interés, estupenda en forma y fondo, magnífica por cómo evita didactismo y maniqueísmo, necesaria para rellenar tantos capítulos de la Historia que aún están a medio escribir o mal redactados (cuando no faltando a la verdad).

-HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE:

  Mel Gibson regresa con todas sus obsesiones como creyente y vicios como director, consiguiendo que las primeras no empañen la historia, poniéndolas al servicio de la misma, sorprendiendo en su tratamiento limpio y despojado de moralina, cayendo en las segundas sin recato ni freno, recreándose en exceso (y con escaso virtuosismo) en lo que se supone quiere denunciar y, en realidad, termina por glorificar (al margen de que no necesitamos ver más cuerpos desmembrados para saber cuáles son las consecuencias de una guerra), no por ser gráfico y brutal consigue sacudir como lo hicieron Walsh, Spielberg, Mallick, Cavani, series como Hermanos de sangre (2001) o The Pacific (2010), hay en televisión múltiples ejemplos de violencia a ratos gratuita pero mejor utilizada y dosificada (incluso en una serie en apariencia intrascendente y meramente romántica como Outlander).

-LA LA LAND:

   Al principio, todo era entusiasmo; después, han venido los varapalos. Tanto lo uno como lo otro resulta excesivo para quien esto escribe, en gran parte porque los cantos más estridentes y ditirámbicos vienen de gente que nunca ha demostrado una especial querencia por el musical (desconociendo, y lo demuestran con sus comentarios, muchos de los títulos que Damien Chazelle homenajea y reconoce como referentes) y porque las críticas más lapidarias e incluso insultantes proceden de gente que no se ha molestado en ver la película (entre otras sinrazones, porque desprecian el género -que tampoco conocen, por lo tanto, más allá de dos o tres obviedades, si acaso-) o que la sentenciaron antes de su visionado (lo que también vale para muchos de sus adoradores, sentenciando y adjetivando por los avances o comentarios de otros). Con una puesta en escena brillante y envolvente, con una partitura que a un servidor le resbala sin dejar huella (la que sí deja, bien indeleble, la prodigiosa interpretación de Emma Stone), Damien Chazelle maneja su cámara con soltura siguiendo el camino marcado por Minnelli, Donen, Demy, descuidando un tanto el libreto, estirando el mínimo argumento sin demasiado acierto (eso por no hablar otra vez del error de casting que supone el hiératico Ryan Gosling), consiguiendo momentos de alto voltaje en lo visual y, sobre todo, por el despliegue de matices y sentimientos de su actriz principal.

-LION:

   Máximo ejemplo de cómo un filme que comienza atrapando, emocionando, interesando, conmoviendo, puede ir poco a poco despeñándose por el precipicio de lo manido, lo esquemático, lo insulso, desaprovechando personajes e intérpretes sin justificación ni repuestos. Es una lástima cómo todo lo que consigue Sunny Pawar con desbordante naturalidad y gracia innata se pierde en cuanto desaparece de pantalla, el tempo bien medido se vuelve moroso y hasta plúmbeo, mientras Nicole Kidman es arrinconada sin paliativos (ella hace todo lo posible por aportar humanidad y verdad, pero apenas le dan ocasión).

-LA LLEGADA:

   Dennis Villeneuve sigue firmando títulos que despiertan admiración en aquellos que gustan dárselas de elitistas, calificando las películas como “para un público adulto” -a veces hay a quien se le escapa sin rubor un “entendido” como muestra mayor de menosprecio-, huyendo de lo convencional como sinónimo de taquillero, glosando lo minoritario como si todo lo demás no fuese válido. Y el caso es que, en esta ocasión, a pesar de una lentitud impostada y de un gusto por la penumbra muy molesto para un miope, como a uno siempre le han gustado los asuntos lingüísticos, se ve La llegada con atención, con limitada fascinación, en parte gracias al concienzudo y entregado trabajo de Amy Adams (por fortuna, en contra de lo que se pronosticaba, fuera de la final como actriz: hubiese sido una lástima premiarla por algo tan por debajo de su grandeza).

-MANCHESTER FRENTE AL MAR:

   Abusa en exceso de su tono calmado y por momentos tardo, incluso detenido, pero la atmósfera gélida que transmite ayuda a hacer creíbles (y, paradójicamente, a que los sintamos cercanos) a personajes inexpresivos, hundidos en sí mismos, anegados de un dolor que no dejan traslucir y les ahoga sin remedio. Un par de tijeretazos hubiesen venido muy bien a su guión (o al montaje final) o haber sustituido algunas secuencias por otras que sólo quedan esbozadas, intuidas, narradas en off, perdidas en elipsis que lastran el conjunto, pero sólo por cómo a veces sacude implacablemente y sin anestesia merece el lugar que ocupa.

-MOONLIGHT:

   Toca con acierto y sincera osadía (evitando manierismos y subrayados) asuntos muy espinosos y logra combinarlos con soltura y verosimilitud, regalando algunas de las secuencias más dolorosas, emocionantes, románticas y bellas (depende del momento) que hayamos visto en mucho tiempo, es una lástima que parezca a medio hacer, que deje en la cuneta personajes que piden a gritos desarrollo y que pase por encima de situaciones que deberían estar mejor resueltas. Aun así, sólo por el momento en que Trevante Rhodes (¡Ojo a este nombre! ¡Atención a este actor!) habla por teléfono con el amigo que le traicionó, con aquel hombre por el que se sintió atraído, con aquel cuerpo cuyo contacto no ha olvidado, por cómo se pone el auricular en el pecho, cómo escucha, cómo reacciona su cuerpo, aunque sólo sea por ese momento, Moonlight se queda para siempre en la memoria.

lunes, 20 de febrero de 2017

ACTRICES NOMINADAS OSCAR 2016: MUCHO DONDE ELEGIR



   Mientras que, como ya se comentó hace poco, entre los actores candidatos al Oscar de este año hay poco motivo para la celebración y se antoja difícil escoger un favorito porque no se puede considerar como tal a quien, simplemente, te ha desagradado menos que el resto (excepto en el caso de Denzel Washington, una magnífica interpretación que merece aplausos y galardones), en el caso de las actrices ocurre todo lo contrario y con esa condición de preferidas, de opción para votar, de grandeza a recordar, de emociones transmitidas y grabadas en la memoria de espectador, con todos los parabienes del mundo uno concedería el triunfo a varias de las señoras que aparecen en las dos listas que detallaremos a continuación e, incluso, aunque alguna no resulte tan merecedora como el resto, no es culpa suya que su trabajo no logre brillar como debiera, sino de guiones y/o directores. Echando de menos a la esplendorosa Taraji P. Henson de Figuras ocultas (2016), las nominadas al Oscar de este año son:

INTERPRETACIÓN FEMENINA PROTAGONISTA

-ISABELLE HUPPERT POR ELLE:

  Una auténtica diosa de la pantalla, una intérprete irrepetible, alguien que pertenece a una categoría propia y que es imposible de imitar (no digamos de alcanzar), una mujer capaz de hacer brotar e instalar en el receptor con sumas facilidad y contención una catarata de sensaciones que sacude sin misericordia, llevando al espectador por recovecos e infiernos que no se atrevería a visitar si no la tuviese como cicerone, una actriz hecha de otra pasta que se imbuye del personaje, se lo adapta como si fuese una segunda piel, se funde con él, expresando las emociones (o anulándolas cuando conviene: su hieratismo debería ser de estudio obligatorio en escuelas y seminarios que dediquen su tiempo al arte interpretativo) con viveza, con crudeza, con una verosimilitud que apabulla, zahiere, duele, inquieta e hipnotiza. Cuando pudiera pensarse que, tras la muerte de Claude Chabrol, sólo Haneke haría justicia a su talento, llega Paul Verhoeven para demostrar que aún hay mucho por descubrir, alabar y glorificar en lo que a Isabelle Huppert se refiere.

-RUTH NEGGA POR LOVING:

  Única representante en los Oscar de un filme que hubiese merecido mayor reconocimiento, un prodigio cocinado a fuego lento, sin estridencias, sin tremendismos, con un tempo portentosamente medido, marcado en gran parte por la pareja protagonista (¡Ese Joel Edgerton al que han vuelto la espalda!), esos héroes a su pesar, esas personas que sólo querían que les dejasen vivir su amor, formar una familia, crear un hogar. La mirada de Ruth Negga es para enmarcar, lo dice todo sin hacerse notar, sus ojos gritan todas las palabras que su garganta ahoga, su mayor preocupación es molestar a los demás y provocar tantos quebraderos de cabeza a los suyos, querría ser invisible, trasluce un miedo inevitable aunque aprende a tenerlo a buen recaudo, soporta con estoicismo cualquier nuevo embate, se escuda en el endurecimiento que aporta el haber superado innumerables obstáculos y haberlos superado con la obstinación que imprime el hecho de saber que no se está haciendo nada malo (aunque las leyes sancionen lo contrario). Verla desaparecer al fondo del plano, llenar de contenido un silencio (o varios), ser el leitmotiv de la historia sin pretender destacar, asistir a su dolor calmado y a su alegría sosegada es uno de los regalos más mágicos que nos ha deparado la temporada cinematográfica.

-NATALIE PORTMAN POR JACKIE:

  Con un guión que no tuviese tantos complejos y prejuicios, con un director que se olvidase de sí mismo y no quisiese remarcar su presencia con encuadres que despistan y marean, con un montaje menos pretencioso y más a favor de la historia, Natalie Portman sería la gran favorita por su forma de mimetizarse con un icono, por recrear con acierto cadencias en el habla y movimientos sin caer en lo paródico ni tomar el camino fácil, consiguiendo ser una reproducción fidedigna y verosímil de Jacqueline Kennedy cuando hay muy poco parecido entre ambas (no más de dos o tres mohines).

-EMMA STONE POR LA LA LAND:

  Que nadie cometa el error (e incluso la injusticia) de pensar (o proclamar) que Emma Stone sigue el camino de Jennifer Lawrence o Brie Larson (por no irnos más atrás), actrices galardonadas como valores emergentes que en poco tiempo cosechan un prestigio desmesurado y que no demuestran (al menos de momento, sobre todo la segunda, a la espera de próximos estrenos que continúen su carrera), nombres a los que podríamos sumar los de aquellas para las que el Oscar ha supuesto una maldición (Reese Withersponn sería uno de los mejores ejemplos). Emma Stone lleva dando buena cuenta en los últimos años de una versatilidad que parece no tener límites, madurando como intérprete a pasos agigantados, desplegando todo su encanto en La La Land, derrochando carisma, evocando a toda una Shirley MacLaine sin pretender imitarla, logrando una de las secuencias más estremecedoras y emocionantes de la temporada, obteniendo la estatuilla que parece tener destinada con un trabajo abracadabrante y espectacular, como corresponde a la heroína (o todo lo contrario) de un musical.

-MERYL STREEP POR FLORENCE FOSTER JENKINS:

  Meryl Streep sigue haciendo historia en lo que a nominaciones al Oscar se refiere, confirmándose una vez más su amplitud de registros, su magnificencia interpretativa, su permanente investigación, su no dormirse en los laureles. En esta ocasión, con la complicidad de un estupendo Simon Helberg, vuelve a dejar claro su poderío vocal (no hay acento o nota que se le ponga por delante), se toma la comedia muy en serio para matarnos de risa con la dosis justa de patetismo y ridiculez.  

INTERPRETACIÓN FEMENINA SECUNDARIA

-VIOLA DAVIS POR FENCES:

   Actriz todoterreno, ganó un Tony por el personaje que, si las quinielas no fallan, le proporcionará por fin un Oscar, algo que se viene fraguando (y deseando) desde que La duda (2008) la sacó del inmerecido anonimato (excepto para los espectadores asiduos de Broadway) en que vivía, a pesar de asomarse con asiduidad a la gran y sobre todo a la pequeña pantalla. Su fuerza, sus lágrimas, su sonrisa, sus manos, su furia, su desbordante humanidad, todo lo que hace y consigue en Fences cala muy hondo y se queda para siempre en el corazón y la memoria del espectador.

-NAOMIE HARRIS POR MOONLIGHT:

  Con tres o cuatro apariciones, Naomie Harris vuelve a demostrar aquello de que no hay papel pequeño porque aprovecha cada una para impactarnos, consiguiendo que su sombra sobrevuele por el resto del metraje, madre amenazante que exprime en todos los sentidos a su vástago, pero a la que resulta imposible dar la espalda, haciéndonos pasar del horror a la compasión en apenas unos segundos, sin justificar su conducta pero sin condenarla grotescamente ni con maniqueísmos o suficiencia. Un trabajo muy equilibrado y preciso que, sin golpes bajos, consigue conmover y provoca algún que otro temblor.

-NICOLE KIDMAN POR LION:

  Es un gustazo reencontrarse con la mejor Kidman, una lástima que el guión de la película considere su personaje prescindible y le hurte minutos en pantalla que aportarían intensidad y emoción a la descafeinada y decepcionante segunda parte de Lion. Aun así, sólo necesita unas cuantas frases, una voz que se quiebra, unos ojos rebosantes de lágrimas, una mano temblorosa para calarnos muy hondo.

-OCTAVIA SPENCER POR FIGURAS OCULTAS:

   Con la sencillez que la caracteriza y apoyada en un libreto escrito sin pudor ni preocupación por las voces críticas, con un dibujo muy medido de los personajes, Octavia Spencer vuelve a cautivar con su sonrisa, su constancia, su enfrentar obstáculos sin darse importancia, dotando de corazón a una película que, en sí misma, lo tiene muy ancho y latiendo.

-MICHELLE WILLIAMS POR MANCHESTER FRENTE AL MAR:

   Aunque las ellipsis estén jugadas y manejadas con intención y sabiduría en general, el personaje de Michelle Williams no ocupa el tiempo que debería de un metraje un tanto desproporcionado, por más que el ritmo sea el adecuado (el que el cineasta quiere) para contar la historia de la manera en que se hace. Pero como la actriz es experta en sacar todo el jugo a intervenciones breves -recuérdese Brokeback Mountain (2005)-, sólo precisa de una secuencia para ponernos el pelo de punta y estremecernos con un dolor enquistado imposible de extirpar.