martes, 13 de noviembre de 2012

"SINISTER": MAL ROLLO DEL BUENO


 
 
 
TÍTULO ORIGINAL: Sinister AÑO DE PRODUCCIÓN: 2012 DIRECCIÓN: Scott Derrickson GUIÓN: Scott Derrickson MÚSICA: Christopher Young FOTOGRAFÍA: Chris Norr MONTAJE: Frédéric Thoraval REPARTO: Ethan Hawke, Juliet Rylance, Fred Dalton Thompson, James Ransone


   Estamos llenos de contradicciones, lo que no es negativo, sobre todo si somos capaces de detectarlas y de saber explicar coherentemente (ahí está la clave) cómo es posible pasar de un extremo a otro sin traicionarnos ni resultar una veleta a ojos de los demás; esta ramplona reflexión siempre me asalta cuando veo una película de terror o suspense porque recuerdo esa vieja frase popular, “el miedo es libre” (y más ahora que vivimos con los propios y con los que algunos quieren obligarnos a sentir), y, sin embargo, los títulos que consiguen espantar con honestidad a espectadores de medio mundo suelen lograrlo recurriendo a lo ancestral, a lo que lleva siglos atemorizando a niños y adultos: la oscuridad, lo ambiguo, lo desconocido, cualquier elemento que perturbe la cotidianidad. No hay nada más terrorífico que una imaginación irrefrenable que empieza a crear monstruos en las sombras, que reproduce los asesinatos más crueles que hayamos conocido e imagina algunos aún más truculentos, pero nada sobrecoge tanto como presentir amenazas en un espacio que debería ofrecernos seguridad, sentir escalofríos ante cualquier objeto que nos acompaña o utilizamos a diario: esa es, sin duda, la clave del permanente y eterno éxito de cineastas como Alfred Hitchcock (da igual las veces que hayamos visto Psicosis (1960) o Con la muerte en los talones (1959): una ducha o una avioneta no han vuelto a ser lo mismo y las secuencias que protagonizan siempre provocan temblores) o de cintas como La semilla del diablo (1968), El exorcista (1973) o La profecía (1976) que, más allá de los efectos especiales, logran eso tan complicado y olvidado que se llama “crear atmósfera”, o sea, que todo parezca y se vea tranquilo pero sea factible que troque en ominoso en un abrir y cerrar de ojos.

   Tras debutar con un capítulo de la saga Hellraiser que pasó directamente a engrosar las estanterías de los videoclubes, Scott Derrickson se dio a conocer en la gran pantalla con El exorcismo de Emily Rose (2005), bendecida incluso antes de su estreno y saludada como un regreso a un terror puro sin demasiados efectos que, en realidad, se quedaba en tierra de nadie, recurría más de lo debido a aquello que prometía desterrar y confiaba demasiado en el meritorio recital de contorsiones llevado a cabo por Jennifer Carpenter. Su filme posterior, el remake de Ultimátum a la Tierra (2008), erizó el vello a propios y aburrió a extraños o viceversa, todo dependía del conocimiento que se tuviese de la cinta original, dirigida con encanto y pulso firme por el nunca suficientemente aplaudido Robert Wise; y cuando uno no esperaba nada (al menos nada bueno) de este director, aparece Sinister para devolvernos las esperanzas y revitalizar un género yendo a su esencia, rechazando efectismos o truculencias gratuitas, obviando infantilismos y trivializaciones, respetando determinadas convenciones que no han perdido efectividad, sin avergonzarse de ser lo que es, sin más pretensión que la de presentar un producto bien elaborado que cumple con creces su objetivo y proporciona más disfrute del que uno (lo reconozco) pudiera pensar.

   La base de Sinister es un guión muy medido que dosifica perfectamente la información, que narra la historia como un thriller al centrarse en la investigación que efectúa el personaje principal y que va incorporando elementos para sorprender y envolver al espectador, quien acepta con naturalidad los aportes fantásticos, puesto que el verdadero terror se vive en una casa a oscuras, sea de día o de noche, y a través de lo que ocultan unas en apariencia inocentes e idílicas películas familiares en Súper 8. En los primeros minutos se crea un caldo de cultivo perfecto para que más de uno se rebulla inquieto en la butaca: por un lado, se nos presenta una localización en la que fue asesinada una familia, escenario clásico que inquieta en sí mismo, y por otro asistimos a un momento espeluznante al descubrir que el hijo de los protagonistas padece de terrores nocturnos (nunca pensé que una caja de cartón pudiera provocarme sudores); con estos ingredientes el cóctel ya es explosivo y mantiene ese carácter durante todo el metraje, gracias a que Derrickson sabe mezclar pero no agita, es decir, va sumando situaciones sin desbarrar ni perder el control, helándonos la sangre desde la sencillez expositiva.

   El en otras ocasiones plano y falto de recursos Ethan Hawke (capaz él solito de estropear lo que sin su presencia hubiese sido una obra maestra: Antes que el diablo sepas que has muerto (2007), aun así una estimulante muestra del talento de otro de esos nombres a los que no siempre se reconoce su magisterio, Sidney Lumet) consigue resultarnos interesante, despierta nuestra simpatía, tememos lo que pueda sucederle; al igual que ocurrió no hace mucho con la muy notable La mujer de negro (2012) –por cierto, con un estupendo Daniel Radcliffe-, las mejores secuencias de Sinister son aquellas en las que el actor principal está solo, a oscuras, visionando películas, aterrorizado pero hipnotizado, buscando respuestas, o cuando recorre la casa intentando comprender qué está pasando; en esa oportunidad, basta con ver a un niño correr por el pasillo para que uno experimente un malestar insólito (por desgracia) en lo que viene siendo habitual que ofrezca este género: superficialidad, mecanicismo, abundancia de sangre y/o vísceras; aquí son las corrientes subterráneas las que arrastran y arrasan, mientras que Scott Derrickson trata al público con inteligencia y de igual a igual, sin alardear de originalidad (y, sin embargo, con unos añadidos que fortalecen la historia y evitan lo manido), pero sorprendiendo hasta el final, sin recurrir a los torpes y por desgracia clásicos golpes de efecto de un solo uso, marca de cineastas más aplaudidos (léase Shyamalan, Nolan y por ahí).

4 comentarios:

  1. Skyfall, ya se sabe: Bond, James Bond. Un principio de acción pero de la clásica, es decir, una persecución en coche, moto y si es posible con muchos destrozos. El guión esta muy trabajado. La historia es consistente. La dirección de Sam Mendes impecable. La actuación de Daniel Craig floja tirando a mala como siempre y un Bardem en su línea, lástima que la voz que le han adjudicado sea tan pastosa. Un final con sorpresa y bien hecho. En definitiva, para los seguidores de la saga de 007 una propuesta muy recomendable.A mí no me defraudó.

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  2. Con lo de la voz de Bardem, no sé si hablas de la versión original o de la doblada que, en este caso, empeora el despropósito de Javier (no se ha doblado él, aunque si recordamos lo que hizo en "Los fantasmas de Goya" parece que la decisión fue acertada, lo malo es que hayan querido engolar y "juguetear" aún más -con lo cual, visto lo visto, mejor es que se olvide de demostrar virguerías y que actúe como sabe-).

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  3. Fui a ver Sinister la misma semana que se estrenó (recuerdo que se estrenó un miércoles y la vi en sábado, que estaba yo por Cáceres y el cine allí es bastante más barato que en Madrid) y nada más salir del cine dije "no es la mejor película de terror que he visto, pero creo que es con la que más miedo he pasado".

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  4. Sin duda consigue su objetivo y sin estafar al espectador, lo que ya es mucho en los tiempos que corren.

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