Mientras que, como ya se comentó hace poco, entre los actores candidatos
al Oscar de este año hay poco motivo para la celebración y se antoja difícil
escoger un favorito porque no se puede considerar como tal a quien,
simplemente, te ha desagradado menos que el resto (excepto en el caso de Denzel
Washington, una magnífica interpretación que merece aplausos y galardones), en
el caso de las actrices ocurre todo lo contrario y con esa condición de
preferidas, de opción para votar, de grandeza a recordar, de emociones
transmitidas y grabadas en la memoria de espectador, con todos los parabienes
del mundo uno concedería el triunfo a varias de las señoras que aparecen en las
dos listas que detallaremos a continuación e, incluso, aunque alguna no resulte
tan merecedora como el resto, no es culpa suya que su trabajo no logre brillar
como debiera, sino de guiones y/o directores. Echando de menos a la
esplendorosa Taraji P. Henson de Figuras
ocultas (2016), las nominadas al Oscar de este año son:
INTERPRETACIÓN FEMENINA PROTAGONISTA
-ISABELLE
HUPPERT POR ELLE:
Una
auténtica diosa de la pantalla, una intérprete irrepetible, alguien que
pertenece a una categoría propia y que es imposible de imitar (no digamos de
alcanzar), una mujer capaz de hacer brotar e instalar en el receptor con sumas
facilidad y contención una catarata de sensaciones que sacude sin misericordia,
llevando al espectador por recovecos e infiernos que no se atrevería a visitar
si no la tuviese como cicerone, una actriz hecha de otra pasta que se imbuye
del personaje, se lo adapta como si fuese una segunda piel, se funde con él,
expresando las emociones (o anulándolas cuando conviene: su hieratismo debería
ser de estudio obligatorio en escuelas y seminarios que dediquen su tiempo al
arte interpretativo) con viveza, con crudeza, con una verosimilitud que
apabulla, zahiere, duele, inquieta e hipnotiza. Cuando pudiera pensarse que,
tras la muerte de Claude Chabrol, sólo Haneke haría justicia a su talento,
llega Paul Verhoeven para demostrar que aún hay mucho por descubrir, alabar y
glorificar en lo que a Isabelle Huppert se refiere.
-RUTH
NEGGA POR LOVING:
Única
representante en los Oscar de un filme que hubiese merecido mayor
reconocimiento, un prodigio cocinado a fuego lento, sin estridencias, sin
tremendismos, con un tempo portentosamente medido, marcado en gran parte por la
pareja protagonista (¡Ese Joel Edgerton al que han vuelto la espalda!), esos
héroes a su pesar, esas personas que sólo querían que les dejasen vivir su
amor, formar una familia, crear un hogar. La mirada de Ruth Negga es para
enmarcar, lo dice todo sin hacerse notar, sus ojos gritan todas las palabras
que su garganta ahoga, su mayor preocupación es molestar a los demás y provocar
tantos quebraderos de cabeza a los suyos, querría ser invisible, trasluce un
miedo inevitable aunque aprende a tenerlo a buen recaudo, soporta con
estoicismo cualquier nuevo embate, se escuda en el endurecimiento que aporta el
haber superado innumerables obstáculos y haberlos superado con la obstinación
que imprime el hecho de saber que no se está haciendo nada malo (aunque las
leyes sancionen lo contrario). Verla desaparecer al fondo del plano, llenar de
contenido un silencio (o varios), ser el leitmotiv de la historia sin pretender
destacar, asistir a su dolor calmado y a su alegría sosegada es uno de los
regalos más mágicos que nos ha deparado la temporada cinematográfica.
-NATALIE
PORTMAN POR JACKIE:
Con
un guión que no tuviese tantos complejos y prejuicios, con un director que se
olvidase de sí mismo y no quisiese remarcar su presencia con encuadres que
despistan y marean, con un montaje menos pretencioso y más a favor de la
historia, Natalie Portman sería la gran favorita por su forma de mimetizarse
con un icono, por recrear con acierto cadencias en el habla y movimientos sin
caer en lo paródico ni tomar el camino fácil, consiguiendo ser una reproducción
fidedigna y verosímil de Jacqueline Kennedy cuando hay muy poco parecido entre
ambas (no más de dos o tres mohines).
-EMMA
STONE POR LA LA LAND:
Que
nadie cometa el error (e incluso la injusticia) de pensar (o proclamar) que
Emma Stone sigue el camino de Jennifer Lawrence o Brie Larson (por no irnos más
atrás), actrices galardonadas como valores emergentes que en poco tiempo
cosechan un prestigio desmesurado y que no demuestran (al menos de momento,
sobre todo la segunda, a la espera de próximos estrenos que continúen su
carrera), nombres a los que podríamos sumar los de aquellas para las que el
Oscar ha supuesto una maldición (Reese Withersponn sería uno de los mejores ejemplos).
Emma Stone lleva dando buena cuenta en los últimos años de una versatilidad que
parece no tener límites, madurando como intérprete a pasos agigantados,
desplegando todo su encanto en La La Land,
derrochando carisma, evocando a toda una Shirley MacLaine sin pretender
imitarla, logrando una de las secuencias más estremecedoras y emocionantes de
la temporada, obteniendo la estatuilla que parece tener destinada con un
trabajo abracadabrante y espectacular, como corresponde a la heroína (o todo lo
contrario) de un musical.
-MERYL STREEP POR FLORENCE FOSTER JENKINS:
Meryl
Streep sigue haciendo historia en lo que a nominaciones al Oscar se refiere,
confirmándose una vez más su amplitud de registros, su magnificencia
interpretativa, su permanente investigación, su no dormirse en los laureles. En
esta ocasión, con la complicidad de un estupendo Simon Helberg, vuelve a dejar
claro su poderío vocal (no hay acento o nota que se le ponga por delante), se
toma la comedia muy en serio para matarnos de risa con la dosis justa de
patetismo y ridiculez.
INTERPRETACIÓN FEMENINA SECUNDARIA
-VIOLA
DAVIS POR FENCES:
Actriz todoterreno, ganó un Tony por el personaje que, si las quinielas
no fallan, le proporcionará por fin un Oscar, algo que se viene fraguando (y
deseando) desde que La duda (2008) la
sacó del inmerecido anonimato (excepto para los espectadores asiduos de
Broadway) en que vivía, a pesar de asomarse con asiduidad a la gran y sobre
todo a la pequeña pantalla. Su fuerza, sus lágrimas, su sonrisa, sus manos, su
furia, su desbordante humanidad, todo lo que hace y consigue en Fences cala muy hondo y se queda para
siempre en el corazón y la memoria del espectador.
-NAOMIE
HARRIS POR MOONLIGHT:
Con
tres o cuatro apariciones, Naomie Harris vuelve a demostrar aquello de que no
hay papel pequeño porque aprovecha cada una para impactarnos, consiguiendo que
su sombra sobrevuele por el resto del metraje, madre amenazante que exprime en
todos los sentidos a su vástago, pero a la que resulta imposible dar la
espalda, haciéndonos pasar del horror a la compasión en apenas unos segundos,
sin justificar su conducta pero sin condenarla grotescamente ni con
maniqueísmos o suficiencia. Un trabajo muy equilibrado y preciso que, sin
golpes bajos, consigue conmover y provoca algún que otro temblor.
-NICOLE
KIDMAN POR LION:
Es un
gustazo reencontrarse con la mejor Kidman, una lástima que el guión de la
película considere su personaje prescindible y le hurte minutos en pantalla que
aportarían intensidad y emoción a la descafeinada y decepcionante segunda parte
de Lion. Aun así, sólo necesita unas
cuantas frases, una voz que se quiebra, unos ojos rebosantes de lágrimas, una
mano temblorosa para calarnos muy hondo.
-OCTAVIA
SPENCER POR FIGURAS OCULTAS:
Con la
sencillez que la caracteriza y apoyada en un libreto escrito sin pudor ni
preocupación por las voces críticas, con un dibujo muy medido de los
personajes, Octavia Spencer vuelve a cautivar con su sonrisa, su constancia, su
enfrentar obstáculos sin darse importancia, dotando de corazón a una película
que, en sí misma, lo tiene muy ancho y latiendo.
-MICHELLE WILLIAMS POR MANCHESTER FRENTE AL MAR:
Aunque las ellipsis estén jugadas y manejadas con intención y sabiduría
en general, el personaje de Michelle Williams no ocupa el tiempo que debería de
un metraje un tanto desproporcionado, por más que el ritmo sea el adecuado (el
que el cineasta quiere) para contar la historia de la manera en que se hace.
Pero como la actriz es experta en sacar todo el jugo a intervenciones breves -recuérdese
Brokeback Mountain (2005)-, sólo
precisa de una secuencia para ponernos el pelo de punta y estremecernos con un
dolor enquistado imposible de extirpar.
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