Tras la polémica (un tanto absurda en sí, por
mucho que sea un indicio de algo que sucede más de lo que debería, algo que en
realidad no debería existir pero, por desgracia, ahí sigue bien enquistado,
fomentado e impuesto por muchos -basta con echar una ojeada a las noticias de
hoy mismo-), después de que el año pasado se viviese la entrega de los Oscar
con la tensión racial muy presente, parece que más de uno tomó nota de lo que
dijo Viola Davis cuando recogió su Emmy por Cómo
defender a un asesino y este año abundan los personajes de raza negra (y
por lo tanto las interpretaciones de actores con ese color de piel). Se
analizará a cada candidato en concreto tal y como hacemos cada año, pero
conviene señalar que, hablando en términos generales, este hecho no es algo que
busque compensar errores u olvidos pasados: sencillamente, hay bastante donde
escoger y así lo demuestran los seleccionados (y algunos que han quedado fuera).
Centrándonos en el apartado de intérpretes masculinos, el que suscribe apenas
puede elegir favoritos, puesto que apenas hay dos o tres interpretaciones que
parezcan destacadas y dignas de encomio (y premio), echando especialmente en
falta al impactante Joel Edgerton de Loving
como protagonista y al muy efectivo Kevin Costner de Figuras ocultas y al espléndido Simon Helberg de Florence Foster Jenkins como
secundarios.
INTERPRETACIÓN MASCULINA PROTAGONISTA
-CASEY
AFFLECK POR MANCHESTER FRENTE AL MAR:
Actor
hierático, poseedor de un solo tono (que se limita a enronquecer un poco más de
lo habitual cuando quiere aparentar emoción e intensidad), cuya (excesivamente)
alabada contención es más incapacidad y falta de recursos que construcción de
personaje y minimalismo interpretativo, recibe todo un regalo de Kenneth
Lonergan en forma de traje hecho a la medida y, aunque no abandona su
sempiterno semblante, su inexpresividad, su morosidad de movimientos, aunque a
ratos podríamos estar ante una secuencia de Adiós,
pequeña, adiós (2007), El asesinato
de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), El demonio bajo la piel (2010) o En un lugar sin ley (2013), poco importan la caracterización, las
localizaciones o el vestuario si te centras en su rostro y te dejas adormecer
por su modo de arrastrar/musitar/farfullar las palabras, llega un momento en la
película en que su incapacidad para llorar y gritar, su compunción sorda, el
tormento interior que no deja de lacerarle, todo eso y más consiguen que este
cronista se sienta afectado, conmocionado, impactado, y aunque esa empatía
actúa un tanto como el Guadiana, a partir de esa secuencia es imposible
quitarse la perturbación de encima y eso ya es mucho en un intérprete que, como
se viene diciendo, suele provocar hastío.
-ANDREW
GARFIELD POR HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE:
Podrían haberle nominado por Silencio
(2016) de Martin Scorsese y nada hubiera cambiado, ya que sólo porque en
aquella lleva sotana y alzacuellos y aquí uniforme de soldado puede
distinguirse una cinta de otra en lo que a su interpretación se refiere, su
eterno catálogo de muecas y pucheros, sus repetitivas morisquetas (tampoco
posee tantas), su permanente gesto de estupor, angustia, diríase que siempre
está a un paso de ponerse a llorar (e incluso gemir).
-RYAN
GOSLING POR LA LA LAND:
Actor
de innegable atractivo y magnetismo que, a ojos de quien escribe, termina por
saturar y difuminarse al mantener la mueca que primero le convirtió en estrella
(o al menos en el sueño de adolescentes que devoraban el librito que inspiró la
película) en El diario de Noa (2004)
y después en intérprete de culto y prestigio por la igualmente sobrevalorada Drive (2011). Más allá de la secuencia
del cortejo en la que consigue no quedar eclipsado por una arrebatadora Emma
Stone, es todo un error de casting que descompensa terriblemente La La Land y hace más patentes sus
carencias (la fundamental, un protagonista masculuno a la altura de su compañera) y arritmias.
-VIGGO
MORTENSEN POR CAPTAIN FANTASTIC:
Una
interpretación rutinaria, como tantas de Mortensen (aunque es de agradecer que
se olvide de su falsa intensidad y esté algo menos lánguido que otras veces),
que sorprende ver recompensada de este modo (es más un tributo a lo que el
personaje preconiza, a lo que ejemplifica, a lo que pregona -porque moralina y
discursito hay un rato en la cinta, incluso aunque se compartan ciertos valores
que se defienden en la misma-).
-DENZEL
WASHINGTON POR FENCES:
Fueron
muchos los años en que Washington pedía a gritos un Oscar como protagonista,
poniendo el acento en lo racial, menospreciando a sus compañeros por el hecho
de ser blancos, depreciando su propia interpretación al hacer continuo hincapié
en el color de la piel, al final se llevó contra pronóstico y sin merecimiento
una estatuilla como protagonista por un rol secundario (o que, al menos, tenía
menos presencia en pantalla -si bien es cierto que dejaba más huella, a cada
uno lo que es de cada uno- que Ethan Hawke quien, paradojas que se dan en los
premios, compitió como secundario ese mismo año). Todo esto, sumado a que no es
ni de lejos el favorito, juega en su contra en esta ocasión, cuando su
interpretación en Fences (que ya le
valió un Tony) es un absoluto prodigio: sólo verle caminar, moverse, colocar el
cuerpo, ya es toda una lección de cómo dar vida a un personaje (y sus secuencias
con Viola Davis son de altísimo voltaje).
INTERPRETACIÓN
MASCULINA SECUNDARIA:
-MAHERSHALA
ALI POR MOONLIGHT:
Personaje muy importante (o debería serlo) que la película pierde
demasiado pronto (y al que tampoco consiente ningún momento destacado y/o
perdurable) sin que haya tiempo para apreciar el trabajo del actor, sorprende
que sea uno de los mejor colocados para alzarse con el triunfo, todo un agravio
hacia el emotivo Trevante Rhodes, que debería competir en esta categoría por
derrochar ternura y encoger el corazón de los espectadores en una de las
secuencias más hermosas filmadas el año pasado.
-JEFF
BRIDGES POR COMANCHERÍA:
Un
veterano pleno de carisma y oficio que no tiene problemas en imprimir algo de
interés, socarronería, ironía y energía a uno de los títulos con aureola de
prestigio más inflada de la presente edición, y que a pesar de todo no consigue
desvanecer la sensación de déjà vu que asalta al espectador, quien por momentos
cree estar asistiendo a un resumen de los mejores momentos de la carrera de
Bridges, quien ya obtuvo un Oscar a destiempo por uno de sus roles más
olvidables, un compendio de lugares comunes y obviedades que vuelve a desplegar
sin recato.
-LUCAS
HEDGES POR MANCHESTER FRENTE AL MAR:
Le
toca bregar con la parte que hubiese merecido algún que otro recorte, su
personaje se queda en el estereotipo (aunque sin el trazo grueso tan por desgracia
habitual que sufre la gran parte de los adolescentes que nos llegan en
películas y series), es tal vez el mayor agujero por el que el filme pierde
aire, llega a resultar accesorio y casi prescindible, nominación por carambola
que deja un regusto más bien amargo por haber sacado a la lista a nombres con
más méritos.
-DEV
PATEL POR LION:
Más
allá de que aparece (y ocupa) en la parte más convencional de la cinta, narrada y
filmada casi como un mero trámite, perdiendo todas las virtudes de la primera
hora, desperdiciando oportunidades, personajes e intérpretes, Dev Patel es
incapaz de hacer creíble que es el adulto en que se ha convertido el
maravilloso Sunny Pawar, todo un talento natural, la auténtica estrella, poseedor
de un magnetismo irresistible del que carece el nominado.
-MICHAEL
SHANNON POR ANIMALES NOCTURNOS:
Nominación
sorprendente porque, de aparecer en este listado alguien de la lista procedente
de la segunda incursión de Tom Ford como director de cine, se esperaba que lo
hiciese Aaron Taylor-Jonhson, ese camaleón al que están tardando en reconocer
su inmenso talento (aunque en realidad es insultantemente joven -y ahí están
sus créditos-), intérprete con una gran capacidad para desaparecer en sus
personajes y resultar irreconocible incluso a rostro descubierto y sin
caracterización excesiva. Todo lo contario puede decirse de Michael Shannon,
tendente al disfraz, a lo exagerado, a la mueca, a recargar y subrayar cada
gesto, cada inflexión de voz, repitiéndose una y mil veces en lo que él
pretende versatilidad; es cierto que en esta ocasión es capaz de graduar y no
pisar todo el rato el acelerador, pero, puesto que acomete un rol similar, hace
aún más patente la naturalidad de Jeff Bridges, quien no necesita retorcer la
voz o la cara ni subrayar continuamente que lo está haciendo.
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