martes, 10 de septiembre de 2013

"ELYSIUM": DISTRITO CONOCIDO


 
 
 
TÍTULO ORIGINAL: Elysium DIRECCIÓN: Neill Blomkamp GUIÓN: Neill Blomkamp MÚSICA: Ryan Amon FOTOGRAFÍA: Trent Opaloch MONTAJE: Julian Clarke, Lee Smith REPARTO: Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto Copley, Alice Braga, Diego Luna, William Fitchner, Wagner Moura


   Como se dice en tantas ocasiones y hemos recordado más de una vez, cuando se hace un análisis con perspectiva resulta mucho más complicado realizar una segunda obra que la primera, puesto que según la recepción que ésta haya tenido la otra nacerá con unos prejuicios, unas expectativas (tanto por parte del público como del autor), un peso, unas referencias con las que la ópera prima no tuvo que batallar; el realizador sudafricano Neill Blomkamp sólo era conocido en círculos restringidos y por un puñado de cortometrajes cuando Peter Jackson puso sus ojos en él y decidió apadrinarle en la aventura de un largometraje que, al estar bendecido por nuestro hombre en la Tierra Media, concitó el interés de muchos aficionados, sobre todo de esa legión fiel con que cuenta la ciencia ficción, la fantasía, las películas de acción y todo ello perfectamente mezclado, junto a una parábola política, social y moral y a buenas dosis de vitriolo y a unas ideas muy claras y firmes de lo que se quería contar y cómo, dio como fruto uno de los títulos más sorprendentes y dignos de aplauso que han podido gozarse en los últimos años: Distrito 9 (2009). La cinta, usando en la medida correcta y con sentido el estilo documental (ya podían aprender tantos que lo fingen, lo disparatan, en realidad no lo conocen ni saben imprimir su verdadero sello), encontrando su propia vía expresiva, tenía margen para la carcajada, la sonrisa cómplice, el horror, la vergüenza ante un comportamiento que por desgracia es el pan nuestro de cada día (la persecución del que consideramos diferente, el afán por exterminarlo –literalmente, no nos andemos con paños calientes-), la constatación de que el instinto de supervivencia se impone cuando nos sentimos amenazados y la racionalidad de la que presumimos se va por el desagüe a las primeras de cambio y sabía contar todo esto sin perder de vista la distracción, el espectáculo, la velocidad narrativa, la eliminación de cualquier digresión innecesaria o estrambote a destiempo, trabajando por acumulación. Con esta magnífica carta de presentación, se esperaba con mucha predisposición y ganas el siguiente trabajo de Blomkamp, sobre todo al conocer que seguía trabajando en la misma línea: Elysium se presentaba como una película de acción en un futuro con muchas similitudes con nuestro presente, otra fábula, otra reflexión sobre lo fácil que es olvidarse de los desfavorecidos, de los humildes, del grueso de la población, cuando uno alcanza un estatus superior, una vida regalada, lo pronto que personas con buenas intenciones, con convicciones, con empatía, olvidan todo ello, lo frágiles o inexistentes que son en tantos que las cacarean precisamente para llegar a la situación de privilegio que anhelan y creen merecer.

   El punto de partida es muy interesante y Blomkamp demuestra que su capacidad para crear ambientes, para dotar a lo fantástico de una verosimilitud que nos hace olvidar en ocasiones que la acción se sitúa en 2154, se mantiene intacta e incluso se enriquece al manejar un presupuesto más holgado, imprimiendo una visión particular al género, un “algo más” que tanto se echa de menos en el panorama de películas clónicas que padecemos; sin embargo, en ocasiones rinde demasiado tributo al estilo que le ha dado merecida fama y la segunda parte de Elysium no logra desprenderse de una sensación de déjà vu, de parecer por momentos está hecha con descartes de Distrito 9, de conformarse con las carreras, explosiones y demás (muy bien rodadas, todo hay que decirlo), de abandonar todo lo planteado en el primer tramo, de desperdiciar un buen material para quedarse en la superficie. Sin duda, el máximo error es prescindir demasiado pronto del rol que encarna Jodie Foster y todas las posibilidades tanto del personaje como de la actriz, a la que se ve como pez en el agua en las pocas secuencias en las que puede ofrecer todo su potencial, su madurez, su fuerza, su capacidad para resultar amenazante y temible con un fruncimiento de labios (ese que se echaba de menos en Un dios salvaje (2011), no totalmente exprimido por Polanski, el derrochado en La extraña que hay en ti (2007), la magnificencia demostrada en El silencio de los corderos (1991), su cumbre interpretativa), la antagonista perfecta y necesaria para Matt Damon, muy ajustado y nada exagerado en su composición, con poco a lo que aferrarse más allá de su presencia, sacando con tino y pericia todo lo que puede de mimbres débiles y demasiado tópicos (tal vez lo más flojo, a nivel escritura, sea precisamente el héroe, muy similar a tantos y con muy poca trastienda, con escasa entidad). El que fuese gratificante descubrimiento en Distrito 9, el camaleónico Sharlto Cooper, da rienda suelta a su capacidad de transformación, aunque topa con el mismo problema que Damon: un personaje en el que no puede verter toda su sabiduría actoral y que restringe en buena medida las posibilidades dramáticas de la película.

   Es posible que las expectativas despertadas por su ópera prima sean un lastre para Elysium, aunque si nos centramos exclusivamente en ella, su arranque, su planteamiento, la manera en que nos presenta un futuro apocalíptico, un oasis en el espacio, la amoralidad, frialdad y despotismo de la poderosa mujer a la que da vida Jodie Foster, las vías que abre, todo coadyuva a que no podamos despegar los ojos de la pantalla y, poco a poco, no es que el castillo de naipes se desmorone (Blomkamp sabe mantener nuestra atención y, por encima de todo, conoce su oficio, sabe narrar), pero no se mantienen sobre el tapete todos los que podrían dar el triunfo absoluto.  

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