TÍTULO ORIGINAL: Elysium DIRECCIÓN:
Neill Blomkamp GUIÓN: Neill Blomkamp MÚSICA: Ryan Amon FOTOGRAFÍA: Trent Opaloch
MONTAJE: Julian Clarke, Lee Smith REPARTO: Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto
Copley, Alice Braga, Diego Luna, William Fitchner, Wagner Moura
Como se dice en tantas ocasiones y hemos recordado más de una vez, cuando
se hace un análisis con perspectiva resulta mucho más complicado realizar una
segunda obra que la primera, puesto que según la recepción que ésta haya tenido
la otra nacerá con unos prejuicios, unas expectativas (tanto por parte del
público como del autor), un peso, unas referencias con las que la ópera prima
no tuvo que batallar; el realizador sudafricano Neill Blomkamp sólo era
conocido en círculos restringidos y por un puñado de cortometrajes cuando Peter
Jackson puso sus ojos en él y decidió apadrinarle en la aventura de un
largometraje que, al estar bendecido por nuestro hombre en la Tierra Media,
concitó el interés de muchos aficionados, sobre todo de esa legión fiel con que
cuenta la ciencia ficción, la fantasía, las películas de acción y todo ello
perfectamente mezclado, junto a una parábola política, social y moral y a
buenas dosis de vitriolo y a unas ideas muy claras y firmes de lo que se quería
contar y cómo, dio como fruto uno de los títulos más sorprendentes y dignos de
aplauso que han podido gozarse en los últimos años: Distrito 9 (2009). La cinta, usando en la medida correcta y con
sentido el estilo documental (ya podían aprender tantos que lo fingen, lo
disparatan, en realidad no lo conocen ni saben imprimir su verdadero sello),
encontrando su propia vía expresiva, tenía margen para la carcajada, la sonrisa
cómplice, el horror, la vergüenza ante un comportamiento que por desgracia es
el pan nuestro de cada día (la persecución del que consideramos diferente, el
afán por exterminarlo –literalmente, no nos andemos con paños calientes-), la
constatación de que el instinto de supervivencia se impone cuando nos sentimos
amenazados y la racionalidad de la que presumimos se va por el desagüe a las
primeras de cambio y sabía contar todo esto sin perder de vista la distracción,
el espectáculo, la velocidad narrativa, la eliminación de cualquier digresión
innecesaria o estrambote a destiempo, trabajando por acumulación. Con esta
magnífica carta de presentación, se esperaba con mucha predisposición y ganas
el siguiente trabajo de Blomkamp, sobre todo al conocer que seguía trabajando
en la misma línea: Elysium se
presentaba como una película de acción en un futuro con muchas similitudes con
nuestro presente, otra fábula, otra reflexión sobre lo fácil que es olvidarse
de los desfavorecidos, de los humildes, del grueso de la población, cuando uno
alcanza un estatus superior, una vida regalada, lo pronto que personas con
buenas intenciones, con convicciones, con empatía, olvidan todo ello, lo
frágiles o inexistentes que son en tantos que las cacarean precisamente para
llegar a la situación de privilegio que anhelan y creen merecer.
El punto de partida es muy interesante y Blomkamp demuestra que su
capacidad para crear ambientes, para dotar a lo fantástico de una verosimilitud
que nos hace olvidar en ocasiones que la acción se sitúa en 2154, se mantiene
intacta e incluso se enriquece al manejar un presupuesto más holgado, imprimiendo
una visión particular al género, un “algo más” que tanto se echa de menos en el
panorama de películas clónicas que padecemos; sin embargo, en ocasiones rinde
demasiado tributo al estilo que le ha dado merecida fama y la segunda parte de Elysium no logra desprenderse de una
sensación de déjà vu, de parecer por momentos está hecha con descartes de Distrito 9, de conformarse con las
carreras, explosiones y demás (muy bien rodadas, todo hay que decirlo), de
abandonar todo lo planteado en el primer tramo, de desperdiciar un buen
material para quedarse en la superficie. Sin duda, el máximo error es
prescindir demasiado pronto del rol que encarna Jodie Foster y todas las
posibilidades tanto del personaje como de la actriz, a la que se ve como pez en
el agua en las pocas secuencias en las que puede ofrecer todo su potencial, su
madurez, su fuerza, su capacidad para resultar amenazante y temible con un
fruncimiento de labios (ese que se echaba de menos en Un dios salvaje (2011), no totalmente exprimido por Polanski, el
derrochado en La extraña que hay en ti (2007),
la magnificencia demostrada en El
silencio de los corderos (1991), su cumbre interpretativa), la antagonista
perfecta y necesaria para Matt Damon, muy ajustado y nada exagerado en su
composición, con poco a lo que aferrarse más allá de su presencia, sacando con
tino y pericia todo lo que puede de mimbres débiles y demasiado tópicos (tal
vez lo más flojo, a nivel escritura, sea precisamente el héroe, muy similar a
tantos y con muy poca trastienda, con escasa entidad). El que fuese
gratificante descubrimiento en Distrito 9,
el camaleónico Sharlto Cooper, da rienda suelta a su capacidad de
transformación, aunque topa con el mismo problema que Damon: un personaje en el
que no puede verter toda su sabiduría actoral y que restringe en buena medida
las posibilidades dramáticas de la película.
Es posible que las expectativas despertadas por su ópera prima sean un
lastre para Elysium, aunque si nos
centramos exclusivamente en ella, su arranque, su planteamiento, la manera en
que nos presenta un futuro apocalíptico, un oasis en el espacio, la amoralidad,
frialdad y despotismo de la poderosa mujer a la que da vida Jodie Foster, las
vías que abre, todo coadyuva a que no podamos despegar los ojos de la pantalla
y, poco a poco, no es que el castillo de naipes se desmorone (Blomkamp sabe
mantener nuestra atención y, por encima de todo, conoce su oficio, sabe
narrar), pero no se mantienen sobre el tapete todos los que podrían dar el
triunfo absoluto.
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