Aunque ya se ha
advertido en infinidad de ocasiones y es redundante hacerlo para los fieles
que, inagotables y generosos, visitan este rincón y es eso precisamente lo que
demandan, conviene recordar hoy más que nunca que estamos ante un escrito muy
particular, ante una opinión muy personal que, además, se forja a partir de los
títulos que uno ha podido/escogido ver entre todo lo estrenado durante el
recién fenecido 2015, poniendo el acento en el segundo verbo puesto que, al
seguir acercándome al asunto con talante profesional pero sin ningún medio al
que representar (más que a uno mismo a través del blog), no siempre es fácil el
acceso a las proyecciones para la prensa (esas en las que, salvo honrosas
excepciones -departamentos de prensa que hacen bien su trabajo y separan la
paja del trigo-, es tan común tropezarte con gente que nadie sabe qué hacen
allí pero no hay quien les despegue de la butaca) y, por lo tanto, aun
intentando visionar lo más posible (por afición, por vocación, por oficio, por
ética), puesto que la economía se encuentra en un estado verdaderamente
calamitoso, este año he optado por guiarme por mi instinto de espectador (he
sido más apriorístico que nunca), dejando fuera aquellos títulos que me
provocaban pereza, fuese por las razones que fuese. Por lo tanto, tal vez
alguna de las películas que alguien incluiría en un listado similar no aparece
en éste porque, sencillamente, no la he visto (y, repito, en muchas ocasiones
porque no he querido, así de claro -si uno se lleva decepciones a pesar de
acudir a la sala con las mejores expectativas, ¿para qué perder tiempo, dinero
y buen humor con aquellos que tantas veces te han hecho sentir estafado?).
Dicho lo cual, pasemos al asunto principal, es decir, a cómo queda el ranking
cinematográfico de 2015 para este Celuloide en vena.
PELÍCULAS ESPAÑOLAS E
HISPANOAMERICANAS DESTACADAS:
-EL DESCONOCIDO:
Una gratísima sorpresa, un thriller
magníficamente dirigido por el debutante Dani de la Torre, vibrante, con una
tensión perfectamente medida, asumiendo el género sin complejos, combinando la
claustrofobia de un ambiente reducido con la que puede aportar un espacio
abierto (una opresión que muy pocos son capaces de transmitir), un guión que,
aunque pierde un poco de fuelle en su empeño por explicar más de lo necesario
(y por subrayar lo que se comprende en pocos minutos, gracias en parte a la sutileza
con que se introducen los dos o tres datos imprescindibles), sabe centrar la
intriga en el choque de caracteres, en cómo viven los personajes la situación
en que se encuentran. Luis Tosar logra una de sus interpretaciones más
abracadabrantes al no recargar la misma con aspavientos, cambios de voz o demás
truquitos que tantos premios consiguen, espléndidamente secundado por Paula del
Río (quien debería ganar ese Goya al que no puede optar por razones de edad),
sin olvidarnos de un siempre efectivo y en su sitio Fernando Cayo y de una
Elvira Mínguez que asombra, cautiva y admira, dejando pequeño cualquier
adjetivo por muy encomiástico que sea.
-A CAMBIO DE NADA:
Daniel Guzmán confirma con nota muy alta los
estupendos resultados artísticos con sus cortometrajes, una película que
respira vida, que sabe bascular entre la comedia que brota inesperada e
inconteniblemente en medio de la miseria, del drama, de la crisis, del dolor, y
los tonos más sombríos que el panorama actual dibuja con inclemencia y
reiteración. Miguel Herrán y Antonio Bachiller conforman una pareja antológica,
poseedor el primero de una fotogenia impresionante que se combina con un
carisma irresistible (y sabe refrenar ambos para que no tapen sus cualidades
como actor), dotado el segundo de una naturalidad arrolladora que ojalá no
pierda si sigue (que debería) en este negocio. Antonia Guzmán, la abuela del
director, es todo un hallazgo, en la línea de Carmina Barrios, aunque con menos
oportunidad de desplegar su encanto (también como guionista demuestra Daniel
Guzmán muy buenas facultades al no abusar de ningún elemento y equilibrarlos
con sumo acierto).
-EL CLUB:
Cinta estremecedora que no se anda con paños calientes,
aunque utiliza un lenguaje y una puesta en escena bastante sobrios, resultando
áspera e incómoda hasta límites que la emparentan con el género de terror
(adjetivo que le viene al pelo -terrorífica-, puesto que sus personajes son
reales y eso aumenta el desasosiego del espectador), poseedora de una atmósfera
ominosa y opresiva que evita el maniqueísmo con mano maestra al presentar una
víctima con la que no siempre es fácil empatizar, horadando en lo más profundo
y tenebroso al dejar claro que su actitud presente es fruto del abuso y la
tortura sufrida, del modo en que le arrebataron su inocencia, su capacidad de
amar, una necesaria denuncia que, por desgracia, no pierde vigencia ni
pertinencia. De entre este puñado de sacerdotes apartados del contacto con los
demás (especialmente con los niños), pero no expulsados de la Iglesia, destaca
el personaje de la mujer que los atiende (interpretada por una sobrecogedora
Antonia Zegers), un vampiro emocional, una supuesta samaritana que no pretende
la redención porque necesita los pecados de los demás para dar sentido a su
vida, una zalamera meliflua que oculta un cerebro calculador preñado de odio y
menosprecio hacia los que considera inferiores.
-ISLA BONITA:
Fernando Colomo regresa por la puerta grande,
haciendo de la necesidad virtud, aportando un soplo de aire fresco, consiguiendo
una película espontánea, verosímil al parecer rodada sin pautas previas
(algunas de sus secuencias han de haber sido, al menos, comentadas antes, no
pueden haber salido así a la primera -pero lo parecen, que es de lo que se
trata, o igual sí lo han sido y es la deformación profesional la que le hace a
uno pensar que no-), impregnada de naturalidad, de sentido del humor, de
autocrítica, de no tomarse en serio, de no dormirse en los laureles, toda una
lección para tanto jovenzuelo fatuo que suelta soflamas, proclamas y consignas
sin ton ni son ni coherencia narrativa. Todo un discurso libertario que
satisface, cala y, por encima de todo, divierte y emociona.
-EL CLAN:
Aunque uno esperaba más, debido al aplauso
unánime que parece provocar por donde quiera que se proyecta, no hay duda de
que contiene algunas de las secuencias más brutales vistas durante el año,
sensación que aumenta cuando se recuerda que lo que se está narrando parte de
hechos reales. La interpretación de Guillermo Francella es antológica,
imprimiendo contenido y variados significados a un hieratismo a prueba de
bomba, a una imperturbabilidad que espanta, a una máscara que no deviene en
mueca gracias al absoluto control que este portentoso actor ejerce sobre sus
facciones.
PELÍCULAS
ESPAÑOLAS E IBEROAMERICANAS OLVIDABLES:
-LOS EXILIADOS ROMÁNTICOS:
Es la cruz de Isla
bonita, excesiva y rimbombante en su aparente sencillez, recargada con
diálogos imposibles que no fluyen ni parecen naturales por mucho que se
remarque el carácter intelectual de los que hablan. Jonás Trueba parece una
vieja gloria del cine francés más plúmbeo y pagado de su importancia más que alguien
de treinta y cuatro años que filma su tercera película con pocos medios y al
margen de los circuitos habituales.
-MA MA:
Julio Medem quiere extraer poesía del dolor, de
la enfermedad, llegando a resultar ofensivo en su manera de plasmar el
(supuesto) calvario de una mujer enfrentada a un cáncer muy agresivo y voraz,
con esos hospitales amplios, diáfanos, brillantes de pureza, inmaculados, con
atención casi personalizada (ese medico heroico que también canta, esa
ridiculez que le encomiendan al bueno de Asier Etxeandia), un cúmulo de
desgracias que en realidad van en la dirección contraria de los planteamientos
del director y que, a la hora de la verdad, provocan risillas cuando no carcajadas.
Un auténtico despropósito al que una entregada Penélope Cruz intenta insuflar
algo de verosimilitud, pero entre cangrejos que bailan y una niña fantasmagórica
que aparece aquí y allá poco puede hacer.
-LA NOVIA:
Un Lorca en el que sólo se rastrea al gran poeta
y dramaturgo en que se reconoce (eso sí) Bodas
de sangre y en que en un momento dado (tal vez en la secuencia más
sonrojante y patética por lo mal planificada, peor rodada y rematada por un
montaje absurdo), aunque no venga a cuento, suena una versión del Pequeño vals vienés de Poeta en Nueva York con la música que en
su día le añadió Leonard Cohen. Una película que exacerba, disparata y pasa por
el tamiz del manierismo de su directora lo que en el original es racial,
pasional, torrencial pero perfectamente medido, con sentido del ritmo,
insinuando y sugiriendo, dotando a lo mágico de un realismo que aquí brilla por
su ausencia, perdiendo su poesía y verdad las palabras al ser musitadas (hay
que hacer verdaderos esfuerzos en ocasiones para entender a Inma Cuesta) por
actores sin donaire para decir un texto que sólo cobra brío en las voces de
Luisa Gavasa, Carlos Álvarez-Novoa y una Consuelo Trujillo que con sus miradas
no necesita palabras (pero que las que dice las dice con brío y ecos trágicos).
-EXTINCIÓN:
Ejemplo máximo del complejo que tienen algunos
por hacer una película de género y cómo necesitan subrayar todo el rato que
están haciendo otra cosa. Lo peor es que, entre medias, también tira por la
borda las posibilidades de rodar una historia de personalidades, de confiar en
sus bazas, de olvidar prejuicios, quedándose en un pastiche aburrido y sin
garra.
-MI GRAN NOCHE:
“Siempre la misma rutina”, robándole una frase de
Escándalo a Raphael (aprovechando que
la canta en la película, no así el tema que sirve para titularla -otro de los
errores del director, rayano en la estafa incluso-), así podríamos decir acerca
de la nueva (ejem) película de Álex de la Iglesia, reiteración de todos sus
tics (y de ninguno de sus -pocos- aciertos), acumulación de personajes y gags sin
ton ni son (aunque sin la histeria de Balada
triste de trompeta o el descontrol de Las
brujas de Zugarramurdi), un Carlos Areces irritante como siempre, un
Raphael que se toma el asunto con oficio (pero al que no se saca partido), una
Terele Pávez desaprovechada y una Blanca Suárez que se revela como buena actriz
de comedia.
-FELICES 140:
Gracia Querejeta se envara para filmar una
película en que los actores sueltan parrafadas propias de Eric Rohmer (y a las
que sólo Nora Navas y, quién lo diría, Eduard Fernández son capaces de dotar de
veracidad, como si estuvieran improvisando), una cinta mucho más misógina de
que la cineasta sospecha, un canto al manierismo y la mueca, un absurdo
rompecabezas cuyas posibles sorpresas se dinamitan desde la propia estructura
del guión.
PELÍCULAS EXTRANJERAS
DESTACADAS:
-THE IMITATION GAME:
Un mecanismo de
relojería perfectamente engrasado, una maquinaria precisa que sabe dar utilidad
a cada una de sus piezas, una película que combina tonos e incluso géneros con
gran habilidad para cautivar al espectador desde los primeros planos, una cinta
elegante que no evita ni esconde el drama sufrido, la violencia ejercida, el
ensañamiento del que fue objeto Alan Turing, el genial inventor, el brillante
matemático, el lógico implacable con la cerrazón, con lo convencional, con lo
establecido, el cerebro que fue capaz de descifrar lo indescifrable, el
homosexual condenado porque las leyes prohibían amar a alguien del mismo sexo
(y no hay que remontarse muy atrás ni irse muy lejos). Uno de esos filmes que
devuelve la esperanza, que reconcilia con el séptimo arte, que hace olvidar
tantas decepciones vividas en un patio de butacas, que destierra los muchos
sinsabores que se experimentan cada temporada y que permite seguir
arrodillándose ante el despliegue actoral de un permanentemente sorprendente
Benedict Cumberbacth y disfrutar con una Kiera Knightley como pocas veces
habíamos visto.
-STAR WARS VII: EL
DESPERTAR DE LA FUERZA:
Después de que
su propio creador estuviese a punto de mandarlo todo al traste (esos tres
primeros episodios que, visto lo visto, añadieron muy poco y proporcionaron
tantos dolores de estómago a los admiradores), George Lucas debió comprender
que lo que mejor se le ha dado siempre ha sido abrir brecha, iniciar el camino
y después buscar el concurso de otros que mejoren y engrandezcan la obra,
cediendo la batuta para que otros orquestasen la anhelada (y a ratos temida)
tercera trilogía de Star Wars. Y J. J. Abrams, con la inestable ayuda de
Lawrence Kasadn, aquel que mejoró la original, la cinta que lo inició todo,
aquel que con El imperio contraataca (1980)
dejó claro cómo de buena puede ser una segunda parte, ha obrado el milagro y
nos ha regalado esta gloriosa resurrección, esta puesta a punto del mito, esta
revitalización que no tiene reparo, como debe ser, en poner la mirada y tomar
aliento en las primeras películas, usando con inteligencia los guiños, sin
saturar, sin usar un código restringido, buscando y consiguiendo la complicidad
de un público entregado que, precisamente por ello, llevaba las espadas láser
cargadas.
-45 AÑOS:
¡Charlotte
Rampling en "45 años"! ¡Qué estremecimiento! ¡Cuánto dice con una
mirada, con un mohín, cuántos significados tienen sus silencios, cuántas elipsis
se llenan de contenido con su hieratismo, qué dolorosa se hace a ratos su
presencia mientras la vida ha ido pasando sin que ella lo supiera, dejándola al
margen, dando su amor por sabido y seguro, sin darle importancia! Recibiendo
una magnífica réplica de un no menos fabuloso Tom Courtenay, la Rampling supera
sus propias cumbres interpretativas en una película que es todo un prodigio de
sencillez, de sutileza, de inteligencia, de cómo se escarba en un material muy
sensible y altamente explosivo sin alterar el encuadre ni pisar al acelerador,
un regalo para los sentidos y el paladar, una auténtica exquisitez de Andrew
Haigh, arte en estado puro.
-LA TEORÍA DEL TODO:
De nuevo la escuela británica imponiéndose, demostrando
sus capacidades, extrayendo oro de un material que podría despeñarse por la
sensiblería más estomagante o por el intelectualismo más desaforado y
restrictivo, dosificando tonos para que la mezcla tenga las dosis precisas de
cada elemento y conformar una cinta gozosa, lo que hubiera podido ser Una mente maravillosa (2001) de haber
caído en otras manos (especialmente en lo que se refiere a dirección y guión,
apartados premiados con un Oscar en una ya lejana –y olvidable en lo que a
ellos se refiere- ceremonia que coronó a Ron Howard y Akiva Goldsman con sendas
estatuillas). El modo en que Eddie Redmayne se adueña de su personaje
conmociona y apabulla, siendo secundado a la perfección por una Felicity Jones
que, paso a paso, va demostrando su categoría.
-LA VERDAD:
Aunque falto de la fuerza (y experiencia) de un Lumet, un
Pollack o un Pakula, James Vanderbilt consigue un producto en la línea y
bastante a la altura de aquellas cintas de los 70-80 que todavía hoy se
mantienen en plena forma, que superaron la barrera de lo coyuntural para
erigirse como documentos y recordatorios de infamias y crímenes. Es un lujazo
recuperar al mejor Robert Redford (aunque su rostro haya perdido expresividad
por efecto del bisturí: el empaque y señorío siguen en su sitio), olvidamos
absurdeces como Cuando todo está perdido (2013),
formando tándem con una esplendorosa Cate Blanchett que engulle todo lo que le
rodea para erigirse como auténtica columna vertebral de la película. Aunque el
guión pierde a algunos secundarios que merecerían su minuto de gloria y toma
partido desde el principio (lo que no es malo, pero tal vez estaría bien que
hiciese algo de autocrítica -la nobleza de los objetivos no implica que todo
valga, precisamente esa ceguera propició el error, la frágil base que algunos
abatieron por mucho que se estuviese contando la verdad-), es muy satisfactorio
recuperar de vez en cuando este tipo de cintas que son un canto a la profesión
más bonita del mundo: el periodismo (el alegato final de Blanchett vale por
lecciones enteras sufridas en la Facultad).
PELÍCULAS EXTRANJERAS
OLVIDABLES:
-EX MACHINA:
Pretenciosa, vacía, pagada de sí misma, esperemos
quitarnos la espina con La chica danesa (2015)
en lo que a Alicia Vikander se refiere, puesto que con Domhall Gleeson, todo lo
camaleón, ya lo hemos hecho en Star Wars y
Brooklyn (2015) y con Oscar Isaac
también en la cinta galáctica y en general en cualquier trabajo que aborda, da
igual el conjunto, aunque su esfuerzo no obtenga recompensa en este caso.
-MR. MANGELTHORN / LA SOMBRA DEL ACTOR:
Una lástima que Al Pacino escoja proyectos que no
le merecen, películas aburridas, fatuas, alimento para la crítica más elitista.
-CINCUENTA SOMBRAS DE GREY:
El triunfo de la nada, la eterna historia del
patito feo que guarda un cisne en su interior (bueno, Dakota Johnson no se
corresponde con esa definición), la chica normal que enamora al millonario, un
alarde de misoginia que encontró en las mujeres sus mejores aliadas, las que lo
transformaron en fenómeno. La película se limita a copiar cada página, un globo
que estalla en el primer minuto para quien no está en ese código, una sandez
que recaudó millones.
-FOXCATCHER:
Si Bennett Miller y Dan Futterman se hubiesen
olvidado de sí mismos (y sin Steve Carell cerca), tal vez esta película hubiese
podido aparecer en la parte luminosa de este listado. Vista como es, supone
toda una loa a la mueca, a lo exagerado, a lo pretendidamente artístico, a lo
manierista, a lo histérico.
-TOMORROWLAND:
¿Quieren creer que incluso he olvidado lo que iba
a decir de este espantajo, de esta película en la que George Clooney quería ir
de Tom Cruise pero no le llega ni al tacón (no ya en lo actoral, sino en
encontrar productos en los que poder triunfar como héroe de acción, como ídolo
para varias generaciones)?
No hay comentarios:
Publicar un comentario