lunes, 30 de enero de 2017

DIRECTORES NOMINADOS OSCAR 2016: SIN CLAROS FAVORITOS






   El título puede servir para definir lo que uno siente ante los candidatos a los Oscar, los nombres que la Academia ha decretado resumen la producción de 2016 y merecen disputarse el premio que los corone como mejores del año en la categoría correspondiente: hacía bastante tiempo que, hablando en líneas generales (y dejando fuera el apartado relativo a las actrices del que ya se hablará en su momento, también por eso hay que hacer hincapié en que se habla de “favoritos”, poniendo el acento en lo masculino), el que suscribe no vivía una final de los Oscar sin, al menos, tener un título para atesorar y que sirviese para evocar su edición (aunque, ya se verá en su momento, hay alguna honrosa excepción, pero sin llegar a, por no irnos más lejos, lo que supusieron Carol, La chica danesa, Brooklyn o Spotlight el año pasado). Y este cúmulo de películas que dejan indiferente, gustan sólo por ciertos destellos, por momentos concretos, se traduce en que no se lancen vítores ante los nominados en concreto, sean los intérpretes masculinos (a los que se dedicará atención en breve) o los directores.  

-DAMIEN CHAZELLE POR LA LA LAND:

   El nuevo niño prodigio de Hollywood ha hecho lo que parecía imposible, entusiasmar con un musical incluso a los más reticentes (aunque han brotado millones de defensores del género que ignorábamos lo fuesen, los mismos que hasta ayer despotricaban contra cualquier película en que se cantase y bailase sin freno), y lo cierto es que demuestra buena mano para el mismo, sin negar sus referentes, homenajeando con brío y estilo, sin resultar una vulgar y torpe imitación, aunque es una lástima que el conjunto quede un tanto deslucido porque, es algo que le sucede habitualmente como guionista (excepto en la vibrante Calle Cloverfield 10 (2016), tal vez por no ser el único escritor, tal vez porque dirigía otro), lo que es una brillante idea no aguanta dos horas de metraje y va dando síntomas de fatiga según este avanza por mucho que Emma Stone salve los muebles e imprima alma, corazón y vida a cada fotograma.

-MEL GIBSON POR HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE:

   Muy sobrevalorado como director (con Oscar incluido por la ampulosa Braveheart (1995) en un año en que ignoraron la exquisitez de Ang Lee en la maravillosa Sentido y sensibilidad (1995) -ni siquiera fue candidato-), Mel Gibson reúne de nuevo sus obsesiones, sus dogmas, sus tics, si bien es cierto que los atenúa bastante, aunque no puede evitar el estallido de la truculencia, de lo excesivo, de lo que no hace falta que nos muestre para saber de lo que está hablando, carente de sutileza y de virtuosismo, empalideciendo aún más sus méritos (la mayoría sólo supuestos) cuando, de una forma u otra, las imágenes nos hacer recordar a Steven Spielberg, Raoul Walsh, Liliana Cavani o aquella otra orgía de sangre, cuerpos desmembrados, vísceras desparramadas y demás crueldades bélicas titulada Stalingrado (1993).

-BARRY JENKINS POR MOONLIGHT:

  Casi debutante en la dirección de largometrajes (ya firmó la desconocida Medicine for Melancholy hace ocho años), Barry Jenkins demuestra a ratos una madurez narrativa que se apoya en los aciertos de un guión que también firma, pero no consigue solventar los agujeros que éste va dejando, las decisiones erróneas que le hacen abandonar algunos personajes, la caída estrepitosa en lugares comunes. Esquivando con solvencia las tentaciones de ponerse creativo o subrayar su autoría (para colmo sin resultar medianamente original o personal), consigue implicar al espectador y a ratos emocionarlo (gracias especialmente a la sensibilidad de un espléndido Trevante Rhodes y a la fuerza de una soberbia Naomie Harris).

-KENNETH LONERGAN POR MANCHESTER FRENTE AL MAR:

   Director a rachas (sólo tres largometrajes en poco más de quince años), Kenneth Lonergan consigue su trabajo más preciso y certero aunque abuse de una morosidad que, por más que se considere un rasgo definitorio de su estilo y responda a las intenciones que deja claras desde la primera secuencia, es un lastre del que debería desprenderse. Crea una atmósfera gélida que ayuda a definir a los personajes y consigue algunos momentos que, literalmente, obligan a contener la respiración y son un directo al corazón (y al estómago), grabándose en la memoria del espectador y equilibrando la balanza a favor de lo positivo (que brillaría con más fuerza si hubiesen utilizado la tijera sin recato en la sala de montaje).

-DENIS VILLENEUVE POR LA LLEGADA:

   Uno de esos nombres rodeados de prestigio que, un buen día, consiguen colarse en la final de los Oscar (otros, por fortuna, aún no lo han hecho -Christopher Nolan, fundamentalmente) y, se supone, revindicando/representando al cine de género, ciencia ficción en este caso, cuando su aureola intelectualoide, su etiqueta como autor, su necesario (para sus admiradores) posicionamiento al margen de los convencionalismos, su grandilocuencia expresiva le incapacitan para hacer una película meramente entretenida (¡Como si eso fuese fácil de conseguir! ¡Cuánto menosprecio que sólo expresa la ignorancia de los que lo ejercen!). Con un estilo despojado pero que diríase dejado, abusando de las penumbras, como guardando las distancias, Villeneuve se beneficia de una estupenda actriz aunque bastante alejada de sus trabajos más encomiables (Amy Adams) -por culpa del dibujo torpe y poco cuidado de su personaje- y del interés particular que algunos espectadores (servidor, por ejemplo) pueden sentir sobre el tema de fondo (y que se analizará en su momento al hablar de las cintas candidatas al premio gordo de la noche).

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