sábado, 13 de febrero de 2016

ACTRICES NOMINADAS OSCAR 2015: GRANDES NOMBRES Y ALGUNA QUE OTRA INTRUSA



   Como en tantas ocasiones hemos dicho, el Oscar se da a una interpretación en concreto, otros factores no deberían pesar ni importar, da igual cuántas estatuillas se tengan o se dejen de tener, las veces que se haya sido candidato o que la Academia nunca se haya acordado de alguien o cualquier otro factor que incline la balanza a un lado o a otro; es, al menos, lo que debería suceder, aunque es muy complicado dejar fuera los componentes emocionales a la hora de elegir un favorito, favorita en el caso que nos ocupa (y es imposible olvidar que han quedado fuera la Maggie Smith de The Lady in the Van, la Lily Tomlin de Grandma, la Helen Mirren de Trumbo e incluso la Charlize Theron de Mad Max: Furia en la carretera -un rol que, pese a quien pese, queda en la memoria y consigue su sitio en la historia del cine de acción-). Intentando ser lo más ecuánime posible, el repaso a las actrices candidatas este año queda como sigue:

INTERPRETACIÓN FEMENINA PROTAGONISTA

-CATE BLANCHETT POR CAROL:
   Habría que acuñar nuevos adjetivos para expresar lo que esta magnífica actriz despliega cada vez que aparece en pantalla, aunque lo conseguido bajo la batuta de Todd Haynes deja casi en pañales algunas de sus interpretaciones más memorables, incluidos sus dos Oscar, conseguidos por El aviador (2004) -fue Katharine Hepburn, la irrepetible, recreándola sin afectación, evocándola sin necesidad de maquillaje estrambótico, encontrando su esencia, imprimiéndole su sello sin traicionarla- y Blue Jasmine (2013) -histérica, hundida, divertida, dramática, no hay estado de ánimo por el que no pase, una catarata incontenible de emociones que domina con maestría para aportar al fallido guión de Woody Allen el interés que se va diluyendo según avanza la proyección-. Poseedora de una aureola fascinante y magnética (da fe alguien que tuvo el privilegio de tenerla delante, de conversar con ella), sabe ajustársela a cada personaje para que éste brille como debe, acaricia cada palabra, las carga de intenciones y significados, define el alma de Carol con un par de miradas, destila elegancia no sólo por su porte, por sus movimientos, por sus manos, sino en el modo en que se transforma en la persona a la que encarna (nunca más adecuado este verbo: lo que Blanchett hace supera eso a lo que llamamos “interpretación”). De no ser porque es candidata al premio una señora por la que siempre he sentido una querencia muy similar, sería mi favorita (como lo es en realidad, pero sólo se puede elegir una), un poco más abajo se lo explico.

-BRIE LARSSON POR LA HABITACIÓN:

   Claro ejemplo de esa tendencia de Hollywood por encumbrar a una nueva estrella, en parte una desconocida, un rostro reconocible para públicos minoritarios, alguien con una carrera por desarrollar. Y, tal y como se decía en el exordio del artículo, atendiendo en concreto a la interpretación, podemos considerar que Brie Larsson se está beneficiando de participar en la que ha sido elegida como película de bajo presupuesto del año, esa concesión que hacen para que no se proteste (en ese sentido, en el racial ya sabemos lo que pasa), esa distinción que a veces queda sólo en eso (llegar a la final se considera premio suficiente), un título del que ya se hablará cuando se repasen los seleccionados en la categoría principal. Su personaje, en realidad, queda apagado por el de Jacob Tremblay (quien, con nueve años, debería estar compitiendo en la categoría correspondiente), fuera de foco (literalmente), está dibujado a trazos inconexos y crispados, el director está a otras cosas (también se contarán en el lugar correspondiente), se recuerda la anécdota pero muy poco o nada a la actriz.

-JENNIFER LAWRENCE POR JOY:

   Actriz encumbrada casi desde sus inicios, seleccionada en su momento por un caso similar al descrito arriba aunque hubo de conformarse con la nominación -Winter´s Bone (2010)-, ganó uno de los Oscar más impersonales y anodinos de los últimos tiempos, si no de la historia -El lado bueno de las cosas (2012)-, por mucho que pusiera al auditorio en pie con apenas 22 años -colocándola a la altura de, por ejemplo, Susan Sarandon-, a pesar de que estaban por allí Jessica Chastain o la impresionante Emmanuelle Riva de Amor (2012), no ha perdido crédito porque la crítica aplaude su supuesta versatilidad (que se sustenta en que participa en franquicias taquilleras y en proyectos considerados más artísticos en los que se arriesga -eso cuentan por ahí-), se va convirtiendo en un nombre habitual en esta lista -es su cuarta candidatura en cinco años-. De nuevo a las órdenes de su amiguete David O. Russell, Jennifer Lawrence no abandona su gesto habitual, no transmite la más mínima emoción con su mirada, desperdicia un magnífico personaje (que, por otra parte, hubiese requerido un guión mejor acabado), un cada vez más solvente y versátil Bradley Cooper no tiene problemas para merendársela en la que debería ser su gran secuencia (esa que debería acompañar el anuncio de su nominación antes de la entrega del Oscar).

-CHARLOTTE RAMPLING POR 45 AÑOS:

   He aquí la razón por la que Cate Blanchett no aparece coronada como la favorita en este texto: por primera vez en su carrera, Charlotte Rampling es candidata a una estatuilla y, para colmo, por una interpretación abracadabrante, máximo ejemplo de su forma de actuar, un prodigio de sutileza en que todo se expresa con una mirada, con un gesto, en que un silencio es más expresivo que mil palabras, el alma del personaje queda al descubierto con un hieratismo conmovedor, la veterana actriz británica nunca ha necesitado de rimbombancia para cautivar, inquietar, fascinar, enamorar. Apoyada en un magnífico Tom Courtenay, en un guión escrito con tiralíneas y en una dirección invisible de Andrew Haigh que crea una atmósfera incómoda y a ratos irrespirable, sugiriendo, dejando intuir, diseminando puntos suspensivos aquí y allá, recubriendo las imágenes de un temblor irreprimible, impregnándolas de ecos fantasmagóricos, dejando caer velos sin necesidad de violencia, Rampling se abre en canal sin perder la compostura y su contención nos duele, nos taladra, nos desconsuela, nos apabulla, hasta llegar a esa secuencia final absolutamente memorable.

-SAOIRSE RONAN POR BROOKLYN:

  Nominada al Oscar como secundaria con apenas trece años por su portentosa interpretación en Expiación (2007), la actriz neoyorquina que ha ido demostrando paso a paso que no iba a ser flor de un día consigue colarse en la categoría principal gracias a uno de los filmes más hermosos y emotivos del año. Al igual que sucede con Cate Blanchett, Saoirse Ronan queda muy creíble en épocas pasadas sin necesidad de caracterizaciones excesivas, su rostro se adecúa a los cánones del momento en que transcurre la acción, su ductilidad le permite transformarse con pasmosa facilidad y, después de haber sido perversa y cruel como pocas en la cinta antes citada, ser ahora la más candorosa, encantadora, adorable, inolvidable (como ya lo fue -esto último- a las órdenes de Joe Wright).

INTERPRETACIÓN FEMENINA SECUNDARIA:

-JENNIFER JASON LEIGH POR LOS ODIOSOS OCHO:
   Había intentado de muchas formas llegar hasta la final de los Oscar, buscando personajes al límite, encargando guiones pensados con ese único objetivo, paseando su etiqueta de malditismo, tocando todos los palos, hasta que llegó Tarantino y obró el milagro, aunque en realidad ella hace más o menos lo de siempre: salir con greñas, sin importarle el aspecto físico, cubierta de roña, sangre, porquería, haciendo muecas, aspavientos, exagerando la nota, siendo la mancha negra de un meritorio y ajustado reparto que, sin embargo, ha sido ignorado.

-ROONEY MARA POR CAROL:

   Plantar cara a la Cate Blanchett de esta película ya es suficiente mérito como para ser reconocido, salir airosa del enfrentamiento con ese huracán de talento ya es un galardón, pero se da el caso de que Rooney Mara demuestra unas facultades que, hasta el momento, uno no le había encontrado, dejando atrás su irritante impersonalidad (palmaria cuando, apoyada en un guión que reducía el personaje a su mínima expresión, fue una Lisbeth Salander sin carisma ni fuerza), demostrando que su mirada y su rostro saben iluminarse para transmitir el subtexto, para narrar al espectador lo que su rol no puede verbalizar, acoplándose con eficacia y brío a su compañera de reparto para conformar un dúo de alto voltaje.

-RACHEL MCADAMS POR SPOTLIGHT:

   Aunque su personaje es uno de los pocos que tiene un esbozo emocional en una estupenda cinta que prima la investigación en curso sobre el dibujo de personalidades, poca posibilidad de lucimiento tiene esta intérprete británica que va desarrollando su carrera con inteligencia y mimo. Aun así, deja clara su categoría en dos momentos que se graban en la memoria del espectador y que hacen desear nuevas posibilidades en las que pueda desplegar todo su potencial.

-ALICIA VIKANDER POR LA CHICA DANESA:

   Por fortuna, la actriz sueca ha llegado a la final de los Oscar por su rol en la película de Tom Hooper y no por su participación en la enervante y pedante Ex machina, filme en el que, más allá de comprobar la versatilidad de sus tres protagonistas (Oscar Isaac y Domhnall Gleeson completan el trío), poco puede apreciarse porque lo que Alex Garland le importa es él mismo, demostrar que es el más listo, el más virtuoso, marcar cada secuencia con su grandilocuencia visual y textual. En La chica danesa es la columna vertebral, el núcleo, no puede entenderse a Einar sin ella, Lili Elbe no hubiese sido posible sin el apoyo, sin el consentimiento, sin el cariño, sin el amor que Gerda sintió siempre por aquella persona sin importarle el sexo. El modo en que Alicia Vikander mira a Eddie Redmayne es un maravilloso catálogo de expresiones de amor, complementando, apostillando, engrandeciendo la prodigiosa interpretación de su compañero, transitando por los tonos cómicos con acierto y prudencia, manejando los dramáticos con tiento y estilo, aprovechando cada plano sin que se le note el esfuerzo, dejándose fluir con fineza y exquisitez.

-KATE WINSLET POR STEVE JOBS:

   Aunque era un papel adjudicado a Jessica Chastain, Kate Winslet se empeñó en conseguirlo y, aunque la californiana hubiese estado tan soberbia como nos tiene acostumbrados, resulta muy complicado echarla de menos por la manera en que la británica irrumpe en pantalla, por cómo camina, por cómo habla, por cómo mira, por cómo se adueña de la escena incluso cuando está en segundo plano, por cómo rubrica cada gesto de Michael Fassbender (quien también está magnífico), por cómo echa a un lado la verborrea de Aaron Sorkin (algo más moderada en esta ocasión, por eso los actores pueden hincar el diente en sus personajes) y hace una absoluta creación.

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