jueves, 25 de febrero de 2016

PELÍCULAS NOMINADAS OSCAR 2015: DECEPCIONES, ABURRIMIENTOS Y HABITACIONES





  La Academia ha hablado, como cada año, y amplía hasta ocho las candidatas al premio gordo de la noche, en otras ocasiones han sido más, ya llevan unos años saltándose la restricción de cinco (o menos) del resto de categorías, pudiendo así distinguir a filmes que, de otro modo, quedarían fuera (y lo demuestran con el número de nominaciones con que apoyan a cada uno), dándoles una promoción extra, una visibilidad con la que tendrán que conformarse puesto que será el mayor reconocimiento que van a recibir. Pero, a juicio del que esto escribe, la selección de este año sólo merece ser recordada (más allá de honrosas excepciones) por las decepciones sufridas, el aburrimiento experimentado, el agotamiento de la paciencia ante malabarismos visuales, estridencias innecesarias, envoltorios apabullantes, esfuerzos desaforados y remarcados para hacer primar otros valores más allá de los puramente cinematográficos e, incluso, ocultar la ausencia o escasa relevancia de los mismos.

-BROOKLYN:
  
 Una gratísima sorpresa, una de esas cintas de siempre que reivindica sin ningún tipo de complejo el clasicismo y rinde tributo a la herencia recibida sin ambages, la recuperación de una atmósfera, un tono y una concepción formal que revive con inmensa naturalidad una época pasada (en lo meramente estético, en la manera de utilizar la técnica, en todo lo intangible que una pantalla consigue transmitir y hacer real ante los ojos -y las sensaciones- de los espectadores), un nuevo ejemplo de la calidad y el brillo que suelen alcanzar los productos audiovisuales que se producen en las islas británicas, un espléndido trasvase en imágenes de la prosa diáfana y exquisita de Colm Tóibín (Brooklyn ha vuelto a las librerías españolas gracias a la editorial Lumen con motivo de este estreno: no se arrepentirán de leerla antes o después de ver la película), una narración sutil y envolvente servida con estilo y sabiduría.

-LA GRAN APUESTA:

   Título del que muchos cantan excelencias y no dejan de prorrumpir en elogios encendidos y ditirámbicos, pero sólo algunos confiesan no haber comprendido (aunque siempre en voz baja y como confidencia a personas de mucha confianza). Imposible de seguir sin un libro de Economía (o varios) al lado, recurriendo a personajes populares para que expliquen algunos de los términos más utilizados (esos paréntesis son lo mejor del filme: rápidos, efectivos y sin grandilocuencia), queriendo demostrar todo el rato lo inteligentes que son sus artífices, La gran apuesta acogota y sepulta al espectador con un estilo que pretende ser vibrante, trepidante, sorpresivo y se queda en una malísima copia del modo en que, por no irnos más lejos, Martin Scorsese narró El lobo de Wall Street (2013), pero sin nada del desarrollo de personajes que permitía que, a pesar de su longitud y desfase, aquella se siguiera con interés y comprendiendo actitudes, comportamientos, hechos que aquí resultan tan ajenos e indescifrables como los contenidos de las páginas salmón de cualquier periódico.

-LA HABITACIÓN:
  
 El auténtico bluff del año, una supuesta prospección psicológica que se queda en algo artificioso, sin garra, repetitivo e inane debido al continuo alarde visual, a la contorsión y distorsión a que el director somete a cada secuencia, colocándose por encima de todo, remarcando su presencia todo el rato, pagado de su condición de “moderno”, pretencioso como pocos, ahogando y diluyendo el drama para abundar en su lucimiento, una idea interesante que se queda en nada y se despeña en caída libre a partir de cierto momento que no desvelaremos para aquellos que quieran juzgar por sí mismos (aunque creo que los avances y promociones lo dejan claro), tal vez lectores de una novela de éxito que, conocida de este modo, no despierta el más mínimo interés (aunque literariamente, si ha recurrido a una voz interior y constante, puede que consiga lo que aquí apenas se intuye).

-MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA:
  
 Sin convertir en fan de la saga a quien esto escribe ni motivar que se revisen las entregas anteriores (de hecho, empecé a ver la primera hace unas semanas y la abandoné cuando llevaba como una hora), en realidad no tiene mucho que ver con aquellas más allá del personaje central, el escenario apocalíptico y desértico y determinada estética (porque visualmente se ha ido mucho más allá: he ahí uno de sus mayores aciertos, la virtud más reseñable, el punto en que han coincidido la crítica y el público más variopintos que puedan imaginarse), este Mad Max es electrizante, poderoso, atrapa, sorprende, pasa a mayor velocidad que los vehículos que utilizan los personajes. Prima la acción, es pura adrenalina, pero sabe construir tipos, roles, motivaciones, emociones sin recurrir a lo facilón, sin usar un calzador, sin dar gato por liebre, sin descuidar los detalles.

-MARTE:

  Si no tuviese tanto metraje y hubiese potenciado ciertos aspectos de la personalidad del rol principal (lo que habría posibilitado que Matt Damon ofreciese una estupenda interpretación, por mucho que se eche la película a los hombros y despliegue todo el carisma que le permiten), Marte hubiera dejado un mejor sabor de boca y, sobre todo, hubiera resultado más entretenida (aunque, de ese modo, no la hubieran aplaudido muchos de los que ahora lo hacen). 

-EL PUENTE DE LOS ESPÍAS:

   Una decepción, un filme envarado, muy formal, sin emoción, a ratos absurdo, prisionero de un guión de los Coen que no saca partido a los conflictos morales de los personajes ni a sus enfrentamientos, que deja en un segundo plano (y cuando no, lo transforma en motivación para un supuesto gag) el contexto histórico en que se desarrolla la historia, que evita cualquier atisbo de lo que a ellos debe resultarles emotivo, melodramático, sentimental, es decir, todo lo que haría aumentar el flujo de la escasa sangre que tienen las venas de esta película, fruto del Spielberg menos inspirado en mucho tiempo (Lincoln (2012), con todas sus carencias y su abigarramiento, transmitía más pasión en ciertos tramos).

-EL RENACIDO:
  
 Otro ejemplo de película que ganaría puntos si se redujese su duración, aunque el problema principal es el ego desmadrado y sin límites de su director, ese gusto por llegar más allá del límite pero en aspectos que superan lo estrictamente cinematográfico, ese afán porque el esfuerzo se note, porque lo sufrido en el rodaje tenga tanta o más importancia que lo que se cuenta. Tiene un comienzo muy poderoso e impactante que, al no saber dosificar durante lo que viene después, al seguir pisando el acelerador sin recato, va perdiendo fuerza según se acumulan secuencias, todas tremendas, sin matices, sin gradación, sin compensar, agotando con tanta intensidad (especialmente porque no brota de manera natural).

-SPOTLIGHT:

  Opta por contar una investigación periodística del modo más aséptico posible, eso puede alejar a parte del público, coloca una cortina demasiado tupida frente a nuestros ojos, pero todo aquel que pueda retirarla se encontrará con una película de gran solidez que bebe en las fuentes de filmes que, al mismo tiempo, sirvieron para que una generación se enamorase del cine y del periodismo. Por desgracia, los hechos que se destaparon han seguido ocurriendo, los delitos denunciados no han sido castigados, noticias de este tipo continúan publicándose hoy en día, sólo por eso necesitamos más títulos como Spotlight.

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