jueves, 27 de febrero de 2014

ACTRICES NOMINADAS OSCAR 2013: ALGUNAS GRANDES DAMAS Y, DE NUEVO, UNA ESTAFA



   Es un lamento crónico pero tristemente cierto y nada exagerado aquel que señala la falta, la ausencia, la escasa (en ciertos momentos podría decirse nula) proliferación de personajes femeninos interesantes, dignos de ser llamados tal, no estereotipos, meros esquemas, simples soportes, existiendo en ocasiones sólo como cuota (y es algo que ha sucedido desde que el cine dejó de ser una atracción de feria, reduccionismo que algunos catalogarán de otra manera contra el que han tenido y tienen que luchar intérpretes que añaden esplendor, talento y perfección a su oficio, a su arte). En el 2013 (porque eso es lo que se está premiando últimamente: lo que se considera mejor entre la cosecha del año pasado), para nuestro deleite, no anduvimos ayunos de grandes interpretaciones femeninas y es todo un gustazo repasar las nominaciones aunque, parece que no puede ser de otro modo, la Academia se las pinte sola para menospreciar, ignorar, olvidar a alguien que aparecía en todas las quinielas por méritos propios, seguir considerando y encumbrando a actrices de valía cuestionable, arrinconar a gentes a las que ha retirado el beneplácito de que antes parecían gozar o a las que directamente (en este sentido la lista podría ser casi interminable) nunca tiene en cuenta. Antes de pasar a diseccionar un poco los pros y los contras de las diez elegidas, no queremos dejar de recordar a Oprah Winfrey, un nombre a reivindicar, pletórica en El mayordomo (y eso a pesar de cómo el guión no desarrollaba su rol, aprovechando cada una de sus secuencias, atrayendo todas las miradas), y muy especialmente a la gran damnificada del año, la enorme Emma Thompson de Al encuentro de Mr. Banks (dentro de poco hablaremos con detenimiento de esta joyita que en Hollywood no deben haber visto y analizaremos el porqué de esta desconsideración), cuya asunción del carácter de Pamela L. Travers, la creadora de Mary Poppins, la mujer capaz de echar un pulso al mismísimo Walt Disney, va más allá de lo que debe llamarse interpretación por las cotas de perfección superadas y alcanzadas.

INTERPRETACIÓN FEMENINA PROTAGONISTA

-AMY ADAMS POR LA GRAN ESTAFA AMERICANA:

   Puede considerarse a esta versátil y magnífica actriz como la intrusa de esta categoría, la que ocupa el puesto que hubiese debido ser para Emma Thompson. Es, sin duda, la intérprete con más talento de su generación, capaz de salir airosa del cometido menos lucido o de un guión desafortunado (caso de sus dos últimas nominaciones: The Fighter (2010) y The Master (2012)), que se lo merienda absolutamente todo en uno de los títulos más nominados del año, que no precisa de disfraces, pelucas, estrambóticos maquillajes para hacer creíble una mujer de rompe y rasga, para serlo sencillamente por su manera de caminar, mirar y colocar los hombros, pero sería una lástima que viese coronada su carrera con un Oscar a destiempo y por tan poca cosa (cuando, sin irnos más lejos, en Her, es decir, pudiendo competir este mismo año, da un salto mortal sin red, jugándolo todo a la verdad de su rostro, a su encanto natural, empequeñeciéndose, transformándose ante nuestros ojos como sólo una grande sabe y puede hacerlo, siendo el personaje). ¡Si al menos le hubiesen dado el papel bombón! (pero ya llegaremos a eso).

-CATE BLANCHETT POR BLUE JASMINE:

   Otra de esas señoras que superan cualquier adjetivo, por mucho que éste distinga la excelencia, una de esas diosas con aureola, una magnificencia interpretativa capaz de recrear a una de las más inmensas (Katharine Hepburn) y rizar el rizo (su por el momento único Oscar como secundaria por El aviador (2004), uno de los Scorsese más vibrantes que puedan glosarse). Decir que hace un auténtico tour de forcé en el filme de Woody Allen, por mucho que lo haga, es decir muy poco porque rompe las costuras de cualquier clasificación: ríe, llora, se desmelena, se desborda, se deshace, se degrada, se pasea, pasa por toda la gama de emociones posibles, incluso inventa algunas, y enriquece con cada gesto el errático guión, asume su reencarnación de Blance DuBois para abundar en el patetismo, en la nebulosa mental, en la irrealidad en la que estaba instalada aquella y ofrece una interpretación abracadabrante en la que una sola mirada desolada explica más que el resto de la película; sin duda, su Jasmine ha hecho historia y se recordará como un absoluto hito (y puede ser que valga un Oscar, siempre que los académicos voten lo que deben votar y se olvidan de circunstancias que deben dirimirse en un tribunal y en las que Cate Blanchett no ha intervenido –no se la puede condenar ni mucho menos castigar por los delitos que pueda haber cometido el director de la cinta-).

-SANDRA BULLOCK POR GRAVITY:

   Tras haber tapado muchas bocas con su merecidísimo Oscar por The Blind Side (2009) –dirigida, por cierto, por John Lee Hancock, autor de Al encuentro de Mr. Banks, heredero del mejor clasicismo hollywoodiense-, Sandra Bullock vuele a dejar clara su categoría como actriz dramática al aceptar el reto de Cuarón para ser la casi única protagonista de su espectacular película. Su fragilidad, su desubicación, el peso de su alma frente a la necesaria levedad de sus movimientos, la permanente tensión que provoca verla a punto de seguir flotando sin asideros y perderse en esa inmensidad que amenaza con fagocitarla, todo está servido por Bullock con sencillez, sin aparatosidad, trabajando la personalidad de su rol, ofreciéndose en un honesto, emocionante y valiente ejercicio de desnudo interpretativo, integrándose a la perfección en cada plano pensado, soñado, logrado por Alfonso Cuarón, inquietándonos, implicándonos, anegándonos con una sola lágrima.

-JUDI DENCH POR PHILOMENA:

   En un año con tanto bueno donde elegir, y al haber quedado fuera la que sin duda estaría en lo más alto (es decir, Emma Thompson), tal vez Judi Dench sea la favorita del que esto escribe por el modo en que habita a esta mujer y, sin afectación ni engolamiento (o sea, como es habitual en ella), desnuda su alma dolorida pero llena de bondad, su incapacidad para caer en el rencor, hace gala de un sentido del humor casi a prueba de bombas y saca a la luz su alma de chiquilla, su sorpresa ante todo lo que desconoce, su emoción ante la victoria más pírrica, su inasequible desaliento, su afán por descubrir. La elegancia formal de un Stephen Frears poderoso, un guión escrito con tiralíneas y perfectamente equilibrado, se han conjugado con el rostro impasible de la grandiosa Judi Dench (todo está, pero nada se subraya o exagera, sencillamente se va aposentando en el ánimo del espectador) para entregarnos una de las grandes sorpresas de esta edición (y a la que dedicaremos el espacio que merece próximamente).

-MERYL STREEP POR AGOSTO:

   Todo es cuestión de gustos, pero resulta molesto tener que justificar cada nueva nominación de esta intérprete cuya excelsitud parece no tener límites, sobre todo cuando los argumentos en su contra son tan endebles como “ya ha sido candidata demasiadas veces” (¿Quieren decir que debería dejar el cine? Esa parece la única forma de negarle los honores que merece) o “resulta previsible, se puede predecir su próximo gesto” (como si el resto de actores no tuviesen unos tics reconocibles que los diferencian de los otros y que, bien dosificados, utilizados, matizados, son marca de la casa que deja a las claras su grandeza). Sea como sea, Meryl vuelve a hacerlo una vez más al asumir el protagonismo de un texto sencillamente prodigioso y brillar con luz propia en el medio de un reparto espectacular donde todos sacan y dan lo mejor de sí mismos: pasa de la burla, de la sorna, de la comicidad y la aparente armonía familiar a la crueldad sin ambages, tras resultar patética y conmovernos se transforma en una hidra, en alguien que envenena el ambiente, la vida de los demás, en una déspota que pisotea a cualquiera, en cruel matriarca que sólo sabe odiar, logrando una vuelta de tuerca más en su portentosa trayectoria.

INTERPRETACIÓN FEMENINA SECUNDARIA

-SALLY HAWKINS POR BLUE JASMINE:

   Un personaje alleniano mil por mil, que sólo una comediante del calibre de la londinense puede transformar en alguien entrañable, adorable a pesar de su estridencia, sólo una digna heredera de Diane Keaton, Judy Davis o Dianne Wiest puede evitar el ridículo, la exageración, dejando patente una pasmosa habilidad para resultar natural, comprensible dentro del absurdo que es su hábitat, su manera de enfrentarse al mundo, reverso y complemento perfecto de Cate Blanchett, junto a ella lo mejor de un filme que ha merecido demasiados parabienes.

-JENNIFER LAWRENCE POR LA GRAN ESTAFA AMERICANA:

   Personaje que, como decíamos antes, hubiese debido recaer en manos de Amy Adams, ya que es el único que merece la pena y mejor suerte de la recibida. Tras obtener en la pasada edición un Oscar que le viene muy grande, Jennifer Lawrence sigue engordando su inmerecido prestigio con lo que pudiera ser su segunda estatuilla consecutiva, haciendo historia porque sería la primera vez que se obtiene en las dos categorías. Empeñado en descubrir cada año a la nueva estrella, a la futura gran actriz, lo único que puede reconocerse a Lawrence es que continúa en la brecha (no así Anna Kendrick, Shailene Woodley o la propia Kate Hudson, quien estuvo a punto de ganar un Oscar que, como queda demostrado, hubiese llegado demasiado pronto para premiar humo), sobrevalorada pero sin perder el favor de la crítica, alternando blockbusters con títulos de bajo presupuesto, pasando de una película a otra sin alterar su gesto de hastío, incapaz de inyectar un mínimo hálito de vida a los roles que le encomiendan.

-LUPITA NYONG´O POR 12 AÑOS DE ESCLAVITUD:

   Se supone que sólo ella puede evitar que se cumpla el pronóstico comentado antes y, sin presentar una de esas interpretaciones con aires épicos o legendarios (al modo en que sí lo hacen sus compañeros de reparto o la impresionante Sarah Paulson en un cometido muy pequeño pero con el que consigue adueñarse de las escenas en que aparece), su dignidad y contención son portentosas y le ayudan a evitar los lugares comunes, lo manido, lo tópicamente reduccionista, construyendo un personaje a contracorriente, antipático, que logra empatizar con el espectador sin morisquetas ni gazmoñerías (y su rostro es el colofón de una de las secuencias más terroríficas de los últimos tiempos y, precisamente, cómo nos lo hurta el director durante unos momentos le otorga más grandeza, hondura y entidad dramática en el momento en que reaparece).

-JULIA ROBERTS POR AGOSTO:

   Al margen de la polémica provocada por su empeño (con la connivencia del productor) en la inclusión de un plano final que, en contra de lo que ella piensa, resta fuerza a su personaje y tergiversa un tanto el final pensado por el autor, Julia Roberts demuestra que es una estupenda actriz, mucho más completa de lo que quieren admitir sus detractores, pieza clave en este puzle que es Agosto, punto en el que convergen los diferentes conflictos. Aunque uno no puede evitar su predilección por la maravillosa Margo Martindale (a la que hubiera nominado y premiado de calle), es un gustazo encontrarse a la Roberts compitiendo en un año con contrincantes tan sólidas y sin que haya que reivindicarla, puesto que el consenso es justo al hablar de la enorme calidad que demuestra.

-JUNE SQUIBB POR NEBRASKA:

   Se gana el corazón de cualquiera y, por eso mismo, es la favorita del que suscribe. Una ladrona de escenas, una mujer que nadie diría está actuando, un prodigio que nos arrebata, cautiva, conmueve, provoca carcajadas, despierta ternura, una actriz que sólo con acariciar el cabello de Bruce Dern está explicando toda la vida de su personaje, el centro de un par de secuencias que ya han pasado a la historia del cine (la del cementerio y la del coche en casa de un matrimonio al que lleva años sin ver, no se puede contar más porque nadie debería perdérsela).

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